Javier Solórzano Zinser

Seguridad, el gran tema

QUEBRADERO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En el tercer debate presidencial se van a abordar temas de enorme relevancia colectiva, estarán seguridad, delincuencia organizada, democracia y división de poderes, entre otros.

Será el momento para conocer cuál será la estrategia de las candidatas y el candidato ante un eventual triunfo. Conocemos poco a pesar de que estos temas han sido abordados en varias ocasiones en sus discursos de campaña. Lo que se ha mencionado camina por los terrenos de lugares comunes y de buenos deseos que ya nos hemos dado cuenta no funcionan para revertir el estado de las cosas.

Uno de los elementos más importantes del debate será conocer realmente qué proyecto van a instrumentar para enfrentar uno de los mayores problemas que tenemos, la inseguridad. Es claro que tendrán poco tiempo para hacerlo, pero también es definitivo que sí están obligados a dar las pistas más importantes de lo que piensan hacer.

Hasta ahora las estrategias no han funcionado y por más que se ponderen avances hay elementos suficientes como para saber que éstos han sido exiguos. Agreguemos a esto que nos la hemos pasado bajo el reino de los otros datos, los cuales nunca quedan claros, pero que se convierten en una respuesta sistemática del Presidente cuando se presenta información que evidencia pocos avances o que es diferente a la que plantea.

Las más de 180 mil personas muertas en lo que va del sexenio son la prueba de que la estrategia no ha alcanzado sus objetivos, quizá en buena medida, porque muchas cosas se replicaron del pasado reciente. El abrazos no balazos no alcanzó para cambiar las cosas. En el papel parecería una estrategia sensata que podía al paso de los meses cambiar el estado de las cosas partiendo de que se trataba de ir al origen y raíces de quienes tienen a la violencia como una forma de vida.

Sin embargo, no hay avances sustantivos y más bien en los últimos años hemos vivido una agudización de los problemas a los que ahora se está sumando la violencia político-electoral, la cual se ha venido agudizando de manera sumamente riesgosa.

Se ha venido perdiendo la capacidad de maniobra, porque el Ejército que era la última puerta para enfrentar la inseguridad enfrenta un problema cada vez más desafiante. Las Fuerzas Armadas se han tenido en muchos casos que reinventar porque salir a la calle para enfrentar a la delincuencia organizada no estaba en sus tareas.

Hace unos días le preguntaron a la candidata del oficialismo qué iba a hacer con el Ejército en particular con las labores de construcción de las obras emblemáticas. Sheinbaum respondió con un ya veremos qué, en el fondo bien se podría interpretar como que no quería responder o que no va a cambiar en nada su estrategia siguiendo los pasos del actual Presidente.

En el caso de Xóchitl Gálvez y Álvarez Máynez no queda claro cómo ven las cosas, aunque se insiste en que se bus caría la manera de regresar al Ejército a los cuarteles en las áreas de la construcción. Si así lo fuera no lo sería del todo, porque la Guardia Nacional está compuesta por un 85% de personal del Ejército.

Lo que es un hecho, es que no hay manera de regresar al Ejército a los cuarteles de la noche a la mañana. Estamos bajo un círculo vicioso. Las Fuerzas Armadas son nuestro último soporte para enfrentar la violencia y enviarlas a los cuarteles dejaría a muchas comunidades expuestas e indefensas.

Junto con el tema de salud, la seguridad es el área más mal evaluada del Gobierno de López Obrador; queda clarísimo que algo tiene y debe cambiar.

RESQUICIOS.

Sigue sin resolverse el problema del agua contaminada en la Benito Juárez. Al no haber respuestas ahora llegó la politiquería en medio de informaciones confusas después de que reaccionaron en cámara lenta.