Josefina Vázquez Mota

¿Intervención ilegal o democracia?

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota
Josefina Vázquez Mota
Por:

En México ya no es novedoso que en cada proceso electoral haya una intervención ilegal o uso faccioso de las instituciones encargadas de procurar la justicia en el país, cuando de golpear al oponente se trata. Es lamentable que para obtener el triunfo electoral, la salida más fácil y menos costosa sea a través de desacreditar las instituciones.

Cuando desde el poder se hace uso de las instituciones para descarrilar un proceso electoral que no beneficia al partido mayoritario, la democracia pierde, y pierde porque las instituciones son utilizadas para desprestigiar, pero sobre todo, para evitar que el voto ciudadano sea el que defina a su nuevo gobernante.

Hacer uso político y electoral de las instituciones debilita, erosiona, fragmenta y vulnera a nuestra ya de por sí desgastada democracia. Al utilizarlas de esa manera, no sólo hay un abuso de poder burdo, sino también un interés personal y de grupo que evidentemente no beneficia a los ciudadanos, y mucho menos, a la democracia.

Utilizar las instituciones como espantapájaros nos convierte en un país mediocre y antidemocrático, por eso es increíble que quienes antes criticaban y señalaban el uso faccioso de éstas, hoy sean buenos imitadores de aquellos que hacían uso de esta práctica para ganar una elección al costo que fuera.

Cada vez que una institución es utilizada para modificar las preferencias electorales, pierde la autonomía constitucional que tanto trabajo ha costado otorgarles, y no sólo eso, al ser manipuladas, la justicia desaparece y los ciudadanos quedan indefensos.

De nada sirve que meses después o una vez que haya terminado la elección, o un día antes de ésta, haya un “usted disculpe”, el golpe ya ha sido dado, y no sólo por el daño moral que causa, sino porque las instituciones y sus titulares son denostados y pierden credibilidad.

Uno de los motivos por los que la Procuraduría General de la República (PGR) se convirtió en Fiscalía, fue para darle autonomía plena, pero tal parece que la palabra autonomía nos queda grande.

Usar las instituciones de manera perversa no sólo les resta credibilidad, sino que demerita el surgimiento del extinto Instituto Federal Electoral (IFE), ahora Instituto Nacional Electoral (INE).

No podemos seguir permitiendo el uso faccioso de las instituciones, México no lo merece, tampoco lo merecen los millones de mexicanos y mexicanas que en cada elección acuden a las urnas a emitir su voto en libertad.

Las instituciones fueron creadas para que la justicia sea efectiva y no surrealista, para que la justicia prevalezca, para cerrarle el paso a la trampa, a las caídas del sistema, para que la democracia sea una realidad, no una pantomima.