Julia Santibáñez

Cuánta escandalera en mis neuronas

LA UTORA

Julia Santibáñez*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Julia Santibáñez
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Lo digo sin adornos: aterricé en un hogar de clase media acomodada y nací con ojos claros porque tengo antepasados sajones. Es decir que de chiripa desde niña me tocaron privilegios sociales, económicos, culturales.

No lo elegí, fue cosa del azar. Y si bien no lo presumo, tampoco me culpabilizo por ello. Completo la aseveración con un matiz: cuando tenía 17 años murió mi padre y todo se puso cabeza abajo. Vino fuerte estrechez económica, depresión, tuve que construir poco a poco mi historia. Elegí como vocación la literatura y mientras trabajaba estudié Letras en la UNAM. Nadie en mi familia tiene cercanía con la cultura, de modo que todo lo que he hecho me lo inventé ahí.

Viene a cuento porque desde hace tiempo me ha interesado diseccionar el esquema mental con el cual aprendí a relacionarme con el mundo. En buen español: a ratos busco mandar al carajo lo dominante de mi formación blanca, clasemediera y heterosexual, tomar con pinzas los prejuicios sobre los que opero, los lemas, las creencias que tengo introyectadas y analizar todo para ver si logro leer desde otro sitio. Me rayaría escapar un rato del simulacro y mirar por mí misma, como Jim Carrey sale del set de filmación en The Truman Show: qué desafío repensarme, observar cómo lo hago a partir de nuevos referentes.

En ese contexto escucho a la directora y productora zapoteca Luna Marán, originaria del pueblo de Guelatao, Oaxaca, donde vive y hace películas concebidas como parte de una creación comunitaria. Dice: “Crecí sintiéndome en el centro del mundo”. Estamos en el seminario Umbrales / Fronteras: Escribir y leer desde los márgenes, organizado por la Cátedra Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana de la UNAM y coordinado por la escritora Gabriela Damián Miravete. Luna habla desde una contundencia que emociona, mientras narra la comunalidad que es norma en Guelatao. La ensayista y editora mixe Tajëëw Díaz Robles añade que en Tlahuitoltepec, en la Sierra Norte de Oaxaca, donde nació, la lógica que articula la creación artística no radica en la búsqueda personal, sino en traducir

el bien común.

Como escritora me reta y me parece seductorsísima la idea de explorar la autoría colectiva, justo porque choca con la visión individuante que predomina en el ámbito donde me desenvuelvo. Vine a la sesión para aprender sobre literatura que se gesta en los linderos, pero descubro una visión que nace desde el mero ombligo de un mundo rico y complejo, uno que no entiendo porque no hablo mixe ni participo de la experiencia comunal. Donde mis valores no tienen peso alguno. Tengo preguntas, quiero entender. Cuánta escandalera en mis neuronas, recuerdo el verso de Marianne Moore: “Es un privilegio ver tanta confusión”. Me gusta sentirme tan fuera de lugar, tomar distancia, complejizar mis certezas. Qué incómodo y qué fascinante.