Julia Santibáñez

Lolita, en las costuras

LA UTORA

Julia Santibáñez*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Julia Santibáñez
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

1. Desde pequeño, Vladímir Nabokov (San Petersburgo, 1899) hablaba ruso, inglés y francés. Era un muchacho cuando la familia dejó su tierra, por la Revolución bolchevique. Mientras huía de la Segunda Guerra Mundial fue desarrollando su trabajo literario a saltos entre Francia, Alemania y Estados Unidos; a ese país, detonante en su historia, llegó en 1940.

2. Devino una especie de bandera para otros colegas expatriados. La robustez de su obra justificó el desaliento de quienes fueron arrancados de costumbres, barrio, comida, idioma. A él en particular le afligía abandonar su oficio en ruso, para ver si podía dominar el inglés y convertirlo en su lengua de escritura, esquivando sentirse un impostor.

3. Cuando era niño, su tío Vasili Rukavísh-nikov solía sentarlo en el regazo para murmurarle indecencias y acariciarlo. Aunque era incómodo para el chico, algo le gustaba de los tocamientos, que se prolongaron durante cuatro años.

4. Ya adulto, viviendo en París, tuvo “el primer estremecimiento” de Lolita, su novela más reconocida. Era 1939 cuando vio la noticia de un mono que, enseñado a dibujar, había hecho su primera obra: esbozó los barrotes de la jaula. Nabokov fue capaz de absorber la tragedia.

5. Hizo una recombinación ficcional del episodio del simio, junto con la vivencia del tío, en El hechicero, cuento en ruso sobre un centroeuropeo que ansía a una niña francesa. Fue el primer esbozo de la nínfula.

6. Viviendo en Estados Unidos, ya durante el desarrollo de Lolita y muy refunfuñado por su inglés tieso, por las metáforas descalabradas, un día arrojó el manuscrito al fuego. Pudo rescatarlo Véra, su esposa, quien lo había transcrito varias veces y con frecuencia elegía algún término mejor. Gracias a ella conocemos el libro, publicado en 1955 en Francia (las editoriales gringas lo rechazaron, por miedo a la censura).

7. El lugar creativo del autor era el baño. Pequeñito. El espacio más tranquilo del departamento. Pero cada tanto le era indispensable cortar la narración para que lo usaran su hijo o esposa.

8. Le repelía la vulgaridad del estadounidense común, rasgo evidente en el juicio satírico de Humbert Humbert hacia Charlotte Haze. Cuando la novela le dio éxito comercial dejó ese país para mudarse a Suiza: Véra se hizo aficionada al lujo, él se puso a escribir en paz hasta su muerte, en 1977.

9. Si no has leído Lolita date ese regalo turbador, sutil, que transpira humor y estalla de belleza verbal. Es tan sonoro que no se cree, literatura marinada al punto.

10. Si ya la leíste y te interesa el tema, recomiendo Un revólver para salir de noche, de la checa-española Monika Zgustova (Galaxia Gutenberg), que acabo de terminar. Aporta sustancia sobre la relación entre Vladímir, su esposa y otras mujeres, los amores frustrados que él deja entrever en Lolita, así como el rol de Véra en la trascendencia del escritor.