La advertencia del coronavirus desde Europa

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Para muchas personas la pandemia del coronavirus se ha reducido a una noticia constante de seguimiento de cifras diarias sobre vacunas, contagios y fallecimientos, que ya no provoca la sensación de alarma de los meses previos, durante las grandes oleadas mundiales del coronavirus. Sin embargo, es necesario voltear a ver a los países europeos, que hoy están regresando a implementar medidas restrictivas como consecuencia de un nuevo empeoramiento de la pandemia, para vernos en el espejo de una nueva crisis que nos va a acabar alcanzando.

En las últimas semanas, países de Europa han enfrentado un crecimiento importante de casos y fallecimientos, lo que ha orillado al regreso de medidas sanitarias. En este momento, 50% del total de casos activos de coronavirus se encuentran en Europa y es la única región en el mundo con casos en aumento. En octubre, Alemania ha tenido un incremento en los casos confirmados de 131% con respecto al mes pasado; Bélgica, 132%; Países Bajos, 154% o Polonia, 258%, por mencionar algunos ejemplos.

Estos incrementos se relacionan con un efecto estacional, en el que las bajas temperaturas y celebraciones vienen aparejadas con mayores interacciones en espacios cerrados, en las que se combina un relajamiento en las medidas de prevención junto con una tasa de vacunación comparativamente baja. En Alemania, por ejemplo, sólo se han vacunado 67% de sus habitantes, exactamente el mismo porcentaje que en todo el continente europeo en su conjunto. Estas cifras naturalmente son mucho mejores que las de otras naciones, como el caso de México, donde sólo 49% de la población está completamente vacunada, pero palidecen con respecto a las de otras naciones, como 83% en Chile o 91% en Singapur. El problema es que estos bajos niveles no se deben a la falta de vacunas, sino a las grandes franjas de personas que han decidido no vacunarse. Volviendo al caso de Alemania, después de un incremento acelerado de su campaña de vacunación que inoculó entre abril y julio a 62% de la población, en los siguientes cuatro meses ha logrado vacunar sólo a 5% más de sus habitantes.

Es en estas condiciones, en que bajo cualquier tipo de argumento pseudocientífico, conspiracionista o religioso, millones de personas deciden no vacunarse, los contagios y fallecimientos han comenzado a incrementarse, principalmente en estas poblaciones. Alrededor de 90% de las personas que actualmente están en terapia intensiva no se vacunaron. Por ello naciones como Bélgica, Países Bajos y Alemania impusieron el uso de un pase sanitario para poder acudir a tiendas, bares, restaurantes o eventos deportivos, o que Francia ha hecho obligatoria la aplicación de una vacuna de refuerzo para mayores de 65 años. Igualmente, se han tenido que reinstaurar medidas restrictivas hasta el punto en que países como Austria han tenido que regresar a un confinamiento total. Toda esta situación se da aún sin considerar las posibles implicaciones que tendrá el inicio de la dispersión de la nueva variante Ómicron, cuyos mecanismos, efectos y consecuencias aún están siendo investigadas. Tal como sucedió en la primera ola, hoy Europa nos muestra el punto en que podríamos estar en unas cuantas semanas si no aceleramos la vacunación y regresamos al estado de alerta y precaución, con nuestras medidas sanitarias. ¿Escucharemos la advertencia?