La baja inflación en Venezuela

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Mientras la inflación se desata galopante alrededor del mundo y ha llevado a múltiples países a sus peores escaladas de precios en décadas, algo raro sucede en uno de los países que fue un sinónimo de la inflación fuera de control por años: Venezuela. Después de una tormenta hiperinflacionaria que parecía no tener fin desde 2013, los niveles de los últimos meses en la economía chavista han vuelto a ubicarse en un solo dígito y, en algunos momentos, ha sido incluso más baja que en algunos países europeos.

Después de que el Índice de Precios al Consumidor venezolano se había convertido en una constante de locura, con cifras anuales de 7,300% en 2019, 2,900% en 2020 y 686% en 2021, desde que comenzó 2022 la economía venezolana ha visto cifras inéditas, como el 2.9% que hubo en febrero, hasta 200 veces más bajas que en el año 2019. Después de muchos años, Venezuela ha dejado de ser el país latinoamericano con más inflación y le ha devuelto el primer puesto a otra economía regional en crisis perpetua: Argentina.

Hay que recordar que el inicio del gobierno de Hugo Chávez no fue uno de crisis económica inmediata. Después de haber ganado las elecciones de 1998, la economía venezolana experimentó un fuerte repunte económico. En tan sólo 8 años, el PIB en Venezuela medido en dólares se multiplicó casi por tres. Impulsado en el alza de precios de múltiples materias primas, el gobierno de Hugo Chávez pudo poner en marcha grandes proyectos de gasto social y subsidios.

El problema es que ese crecimiento del gasto quedó a la deriva cuando comenzaron a caer los precios del petróleo. El gobierno bolivariano se quedó sin ingresos para mantener su nivel de gasto. La solución fue tan obvia como errónea: el gobierno chavista se dedicó a imprimir el dinero que no poseía, lo que inició el descontrol de precios que pulverizó toda la capacidad adquisitiva de los venezolanos y convirtió su moneda prácticamente en basura.

Esto llevo a que muchos venezolanos buscaran refugio en los dólares, que les permitían conservar un poco del valor de su patrimonio. Pero esto sucedía de manera clandestina. No es que “legalmente” estuviera prohibido usar dólares, sino que cualquier producto debía ser vendido por ley al tipo de cambio oficial, un tipo de cambio que, por supuesto, estaba manipulado, y que ningún comprador estaba dispuesto a aceptar. Lo que cambió todo fueron los enormes apagones de marzo del 2019, cuando más de la mitad del país se quedó sin luz por más de una semana.

Con el Estado prácticamente fuera de servicio, los venezolanos comenzaron a usar de facto sus dólares y el gobierno no pudo detenerlo. Hoy, alrededor de 69% de las transacciones en Venezuela se da en dólares. Esto naturalmente no fue del agrado de Maduro, pero era materialmente imposible revertir este hecho. En una curiosa sucesión de eventos, al régimen de Maduro le llegó la solución casi desde el cielo y hoy ya no son el epicentro de la hiperinflación. Habrá que ver si el régimen no da al traste con esta recién adquirida estabilidad, pero, sin duda, hoy hay un contexto anormal que puede aprovechar el chavismo. Nadie sabe para quién trabaja.