El día que Putin se lanzó contra la OTAN

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El conflicto de Rusia con la OTAN, que hoy nos mantiene en vilo después de la injustificada invasión a Ucrania, es producto de décadas de deriva después del colapso de la Unión Soviética. Sin embargo, es necesario regresar a un momento que da un vistazo de cómo piensa Putin: la primera vez que se declaró oficialmente en rebeldía contra los países occidentales: el 10 de febrero de 2007.

Putin llegó en 2007 a la Conferencia de Seguridad de Múnich —una reunión que desde 1963 reúne a las figuras principales relacionadas con temas de seguridad y defensa— y sorprendió al declararse contra la idea de un mundo unipolar y declarar que Rusia seguiría su propio camino. “Creo que es obvio que la expansión de la OTAN no tiene ninguna relación con la modernización de la propia Alianza ni con garantizar la seguridad en Europa. Por el contrario, representa una grave provocación que reduce el nivel de confianza mutua. Y tenemos derecho a preguntar: ¿contra quién va dirigida esta expansión? ¿Y qué pasó con las garantías que hicieron nuestros socios occidentales después de la disolución del Pacto de Varsovia? ¿Dónde están hoy esas declaraciones? Nadie los recuerda siquiera”, dijo.

Después del fin de la Guerra Fría, las naciones vencedoras fueron cegadas por el destello de su propio éxito. En lugar de adoptar una política como la que se aplicó a los perdedores de la Segunda Guerra Mundial, a Rusia se le trató inicialmente con mucho más recelo, pues los años de enfrentamiento no iban a convertirse en asociamiento total de la noche a la mañana: Rusia no podía ser un miembro de la OTAN aun cuando la Unión Soviética ya había desaparecido, por ejemplo. Al mismo tiempo, la nueva posición hegemónica de Estados Unidos hizo que ellos y sus aliados se involucraran en múltiples incursiones políticas y militares de dudosa legalidad para luchar por su visión del mundo y defender sus intereses. Y la OTAN se expandió en 1999 y 2005, con 10 países más al este de Alemania.

Esta situación llevó a algunos rusos (y también a ciudadanos de Polonia o Hungría) a tener una sensación de desprecio, derrota, humillación y rencor, que creó el terreno fértil para las reacciones nacionalistas, autoritarias y populistas que hoy vemos en esta región y que alimentan el respaldo de Putin, como explican Ivan Krastev y Stephen Holmes en La luz que falló. ¿Por qué Occidente está perdiendo la batalla por la democracia?

Como en todo conflicto, cada una de las partes cree que le asiste la razón. Putin cree que el colapso de la Unión Soviética fue el mayor desastre del siglo XX (literalmente ha dicho esto), que la OTAN amenaza directamente la existencia de Rusia y que nadie tiene la superioridad moral para cuestionarlo; por eso está dispuesto a lanzarse a una guerra frontal contra un país soberano y arrancarle territorio sin importar que viole el derecho internacional, como ya hizo antes contra Georgia o la misma Ucrania. La traición y amenaza al pueblo ruso que él extrae de su visión de la historia le permite ignorar al resto del mundo: para Putin, Rusia puede burlar las normas, porque otros lo han hecho antes. Veremos hasta dónde llega esa creencia.