Milei y el desafío de gobernar sin mayorías

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Javier Milei ganó las elecciones presidenciales con un discurso radical y disruptivo, que promete un cambio profundo en el modelo económico y político de Argentina. Sin embargo, para llevar adelante sus ideas, el mandatario deberá enfrentar una serie de obstáculos institucionales, jurídicos y sociales que limitan su margen de acción.

En cuanto al ajuste fiscal, Milei ha prometido a alcanzar el déficit cero para 2024, lo que implica un recorte de gasto público de casi 6 puntos del PIB. Para ello, ha anunciado la eliminación de ministerios y obras de infraestructura públicas, la venta y privatización de las empresas del gobierno, así como la disminución de subsidios y transferencias discrecionales a las provincias. Sin embargo, estas medidas no serían suficientes para equilibrar el presupuesto, ya que el 90% del gasto público está conformado por partidas sociales muy difíciles de recortar, como pensiones, sanidad, educación e intereses de la deuda.

Además, una buena parte de estas acciones requieren de la intervención del Congreso. “La Libertad Avanza”, la plataforma política de Milei, contará únicamente con 14% de la Cámara de Diputados y 10% del Senado, por lo que será imposible que por sí misma pueda aprobar la agenda de Milei. Ni siquiera con la adición de las fuerzas de Macri y la excandidata Patricia Bullrich podrían tener mayoría legislativa.

Ahí donde Milei pueda usar su poder presidencial para recortar drásticamente el gasto, deberá lidiar con la resistencia de otros actores políticos, como los gobernadores, los sindicatos, los movimientos sociales y las organizaciones de derechos humanos, que seguramente se opondrán a sus planes de ajuste, liberalización y desregulación. La movilización de los afectados es casi una garantía y, con la promesa de Milei de responder con mano dura, el pronóstico del conflicto es reservado. También deberá enfrentar los posibles reclamos judiciales de los afectados por sus decisiones, que podrían cuestionar la constitucionalidad o la legalidad de sus decretos o resoluciones y hasta revertirlas.

Otra de las propuestas de Milei es eliminar todas las barreras al comercio exterior, tanto las importaciones como las exportaciones. Esto supone acabar con los aranceles, los derechos de exportación y el cepo cambiario, que es el control de divisas que impide a los argentinos cambiar libremente sus pesos por dólares. Estas medidas podrían impulsar la economía; sin embargo, también tendrían un alto costo fiscal, ya que el Gobierno perdería una importante fuente de ingresos por los impuestos al comercio y el cepo, haciendo más difícil lograr el déficit cero. En este rubro, Milei sí que podría avanzar, pues podría revertir las disposiciones de la Comisión Nacional de Valores sin intervención legislativa, pero las consecuencias de sus decisiones podrían provocar un shock. La eliminación del cepo podría provocar una fuga de capitales, una devaluación del peso y una aceleración todavía peor de la inflación.

En definitiva, Milei asumirá la presidencia con un programa ambicioso y radical, pero también muy arriesgado e incierto. Esto lo obligará a negociar, consensuar y ceder en algunos aspectos si quiere lograr sus objetivos. De lo contrario, podría quedar aislado, enfrentado y frustrado en su intento de transformar a Argentina. Lo que está claro es que Milei no tendrá una tarea fácil, y que Argentina vivirá tiempos de grandes cambios y turbulencias.