El amor nos mejora, de lo contrario…

COLUMNA INVITADA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El título de esta nota es la primera parte de un planteo. Desde el punto de vista sintáctico, a este tipo de enunciados se le llama prótasis. La apódosis es lo que queda pendiente por agregar. Se trata de una formulación del tipo si p entonces q. 

Como se darán cuenta, en el título del apartado hay un supuesto fuerte. Ese supuesto es el siguiente: el amor, si es amor, nos mejora. 

Conozco algunas personas que en pareja han obtenido logros que claramente no hubieran conseguido por fuera de esa relación amorosa. Puesto de este modo, el primer proyecto en común que se nos ocurre para una pareja es el de los hijos. Y por supuesto, cuando el deseo de tener hijos adviene en el seno de una pareja amorosa, es lógico concluir que uno sin el otro no hubiera podido acceder a ese resultado.

En ese sentido, el amor les ha permitido hacer algo superador en comparación con lo que hubieran hecho si no se hubieran encontrado. Y no me refiero solo a la mixtura del ADN, que ocurre, evidentemente, cuando se trata de hijos biológicos de la pareja parental. Me refiero al surgimiento del deseo de tener hijos que ha advenido en esa pareja, al ver uno al otro como padre, como madre.

Esto último, el deseo de prohijar que surge al ver al partenaire como padre o como madre, como podemos notar fácilmente, es independiente de que los hijos sean biológicos o adoptados. Hecho que debería familiarizarnos con la condición bien conocida de que todo hijo, como tal, para sostenerse en dicha condición, debe ser adoptado, más allá de su origen biológico.

De este modo, advienen padre y madre de los hijos “nuestros”, en un “nosotros” superador de otros proyectos que cada uno de los miembros de la pareja había sostenido, sostiene o seguirá sosteniendo luego.

Si somos más específicos y apelamos a qué es lo nodal del encuentro, lo que está en el centro es el amor. El amor y sus efectos de potencia, de vitalidad, de ganas de vivir y de generar vida.

Un proyecto de procreación vinculado a las ganas de vivir, que arroja como resultado que otros vivan, incluso más allá de la vida biológica de los padres.

Ojalá todos los niños tengan la oportunidad de ser amados por quienes cumplan para ellos los roles parentales. Ojalá todos los niños cuenten con alguien que cumpla para ellos algún rol parental. 

El amor nos mejora, de lo contrario…
El amor nos mejora, de lo contrario…Foto: Especial

Los hijos y los “hijos”.

Consideremos el proyecto de paternidad y maternidad surgido como deseo y llevado adelante por una pareja amorosa, simplemente como ejemplo de los proyectos de una pareja. Los “hijos” pueden ser también otros: comprar una casa, montar una emprendimiento, fundar una institución, viajar, etc. 

En lo dicho, nuevamente hay un supuesto que funciona como fundamento: una pareja amorosa da frutos. En una pareja amorosa, cuando el amor les hace bien a los dos integrantes del vínculo, los vitaliza, los entusiasma, eso hace que se enamoren también de la idea de hacer cosas juntos. 

Aclaración: los proyectos no necesariamente deben ser hijos ni ningunos otros de los que mencionaba recién en una lista incompleta. Definiría del siguiente modo lo que yo creo que es un proyecto de una pareja amorosa: se trata de algo que surge del amor, del enamoramiento, de la mezcla de amor tierno y amor erótico que hace que los cuerpos de los amantes tengan ganas estar juntos; en ese contexto, surge el enamoramiento de una idea cuya realización sería maravilloso compartir. 

Partiendo de esta base, de que el amor es un principio de cambio y de crecimiento, y en ese sentido una mejora para ambos integrantes de la pareja, que ahora forman parte de un equipo superior en comparación con la situación anterior a la pareja, se aclara un tema importante: si el amor no nos mejora, entonces… nos empeora y, en ese caso, no es amor. 

Esta idea parte de que el estado estacionario no significa estar bien y que, por otra parte, en algún momento debe resolverse en un sentido o en otro. Por lo tanto, no se puede estar siempre en estado estacionario, no se puede estar siempre igual. Las parejas, como otras cosas en la vida, mejoran o empeoran. En este sentido, si no nos hace bien estar juntos, eso significa que nos hace mal. 

O mejor o peor, nunca igual.

A continuación, ensayaré algunas apódosis para la prótasis esbozada en el título. Ellas constituyen solo algunos ejemplos. Considero que estos fenómenos constituyen síntomas del desvío del amor y, como tal, efectos secundarios del punto entrópico que tiende a la disolución del vínculo. Luego, cada lector/a podrá agregar algún elemento a la lista. Entonces, el amor nos mejora, de lo contrario…

  • Crece cada vez más uno de los integrantes mientras el otro permanece “estancado”;
  • Ambos integrantes, desde que están en pareja, han empeorado su situación personal y no crecen;
  • Cuando uno de los miembros de la pareja está feliz y de buen ánimo, el otro se entristece o se malhumora;
  • Desde hace mucho tiempo, la pareja no tiene un proyecto en común;
  • Etcétera... 

Como decía, estos enunciados son posibles apódosis que, dada la prótasis propuesta, podrían completar la sentencia. 

Para conlcuir, me parece importante volver a señalar dos aspectos que considero principales. Por un lado, cada quien podrá completar la frase del título como se le ocurra, de acuerdo a lo que la vida le enseña. Por otro, me interesa recordar una vez más el supuesto fundamental de este artículo: el amor mejora a ambos integrantes de la pareja, de lo contrario, no es amor.

* Psicoanalista. Doctor en Psicología. Magíster en Psicoanálisis. Especialista en Psicología Clínica. Profesor y Licenciado en Psicología (UBA). Entre otros libros, ha publicado Vivir mejor. Un desafío cotidiano (Paidós 2021); La función social de la esquizofrenia. Una perspectiva psicoanalítica (Eudeba 2020); Clínica de la elección en psicoanálisis. Vol. I y II (Letra Viva 2013).