Martín Alomo

Leer y escribir la vida cotidiana

COLUMNA INVITADA

Martín Alomo*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Martín Alomo
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Pienso que así como escribir no significa producir una escritura sobre un papel, tampoco leer quiere decir pasar nuestra mirada por sobre las palabras de un libro o de una revista. Leer significa producir una operación de lectura, es decir, poder interpretar la realidad, la vida, y tomar posición al respecto. Sé que puede sonar fácil y de hecho lo hacemos todo el tiempo. Sin embargo, no es sencillo leer a título personal, de modo subjetivado, una situación, una circunstancia, las consecuencias de un acto o de una renuncia.

A modo de ejemplo, les cuento que en la siguiente postal urbana leo lo que llamaría una discriminación invisible. Por otra parte, cada uno de los personajes involucrados produce su lectura que, de hecho, da cuenta de cómo se escriben las cosas en una especie de guion cultural que dice cómo es el mundo:

Un metro de Buenos Aires. Día de semana, aproximadamente las diez de la noche. Un niño grande (o apenas púber, difícil saberlo con las personas que desde muy temprano tienen que salir a ganarse la vida) reparte “estampitas” o algo así a cada pasajero. A algunos se las deja en el asiento de al lado, otros la reciben en la mano, a otros se las apoya sobre una pierna. Luego, en el tiempo de la cosecha, muy pocos le damos alguna moneda, casi nadie. El único pasajero que no había recibido la estampita -ya que el pibe luego de escrutarlo de arriba abajo había decidido no darle- lo llama, le pide una y a cambio le da un vistoso billete de cincuenta. Este pasajero -en realidad pasajera- era una mujer trans, sensual en su aspecto y con un atuendo llamativo que resaltaba especialmente sus atributos femeninos: tetas exuberantes y piernas larguísimas, pelo muy rubio y labios muy rojos. Detrás de esa apariencia matadora, se dejaba adivinar una mirada triste, cansada. ¿Ella le quiso dar una lección al pibe? ¿La supuesta lección, acaso, era para todas las personas que mirábamos? No puedo dejar de pensar en el esfuerzo que implica necesariamente inscribirse en el Otro, para cada quien, más allá de la escena que dicho gesto anime cada vez.

En el relato, vemos cómo un pibe, simplemente con semblantear la situación de los pasajeros, entiende o “lee” que hay uno de ellos que es una persona trans. A su juicio -seguramente un pre-juicio adquirido-, por alguna razón que desconocemos -no podemos saber cómo el jovencito se lo contaría, cómo se explicaría las motivaciones de su conducta-, el chico decide no entregarle su mercadería a la persona en cuestión. Su acción da cuenta de una lectura de la mujer trans que decanta en un juicio. Ese juicio está escrito. También podríamos decir: la escritura es el juicio. Lo que está escrito dice: “las personas trans no son como las demás, no deben ser destinatarias de lo que yo ofrezco”. Hasta ahí, simplemente, por lo que comentaba antes: no tenemos más datos sobre las motivaciones del chico respecto de su posición ante las personas trans, ni ante esa mujer en particular en esa situación específica.

Por otra parte, tenemos la lectura que podemos suponerle a la mujer trans del relato. ¿Cuál sería su motivación? ¿Por qué llamó al muchacho y le dio sus cincuenta pesos, ostensiblemente mucho más que las monedas que les dábamos algunos? No sabemos qué puede haber pensado ella pero, en este caso, contamos con la lectura del narrador de la historia. Al respecto, él dice: no puedo dejar de pensar en el esfuerzo que implica necesariamente inscribirse en el Otro, para cada quien, más allá de la escena que dicho gesto anime cada vez. Tampoco predica sobre la subjetividad de la mujer de la historia; en cambio, nos cuenta qué lectura se permitió hacer él de esa situación urbana tan particular: a su juicio, está escrito que afirmarse como sujeto es muy difícil para cualquiera. Ahora, podría agregar: la dificultad de las minorías trans y disidencias, según la lectura del narrador, funcionan como una metáfora apropiada de la dificultad de advenir como sujetos y afirmarse como tales en el contexto social.

Esta postal urbana -interpretación y lectura de la realidad de todos los implicados, y reinterpretación del narrador- nos permite analizar las lecturas en juego y cómo de ellas decanta una escritura que coincide con el texto del juicio. La escritura es el juicio, decíamos. La escritura es el juicio que decanta de una operación de lectura.

Dadas las circunstancias, tal vez convenga recordar que las lecturas que hacemos no son inocuas.

* Martín Alomo es Psicoanalista. Doctor en Psicología. Magíster en Psicoanálisis. Docente del Doctorado en Psicología y de la Maestría en Psicoanálisis (UBA). Codirector de la Maestría en Psicopatología (UCES). Entre otros libros, ha publicado Vivir mejor. Un desafío cotidiano (Paidós 2021); La función social de la esquizofrenia. Una perspectiva psicoanalítica (Eudeba 2020); Clínica de la elección en psicoanálisis. Vol. I y II (Letra Viva 2013).