Mauricio Flores

Dos Bocas y las inundaciones

GENTE DETRÁS DEL DINERO

Mauricio Flores*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Flores
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Es un lugar ya común en las redes sociales comentar con sorna, sarcasmo y plena chunga cada vez que una tormenta en la costa tabasqueña ocasiona inundaciones en las instalaciones de la refinería de Dos Bocas; también es recurrente que, como corresponde a la tarea de un funcionario público, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, muestre fotografías que exponen cómo las instalaciones se han drenado eficientemente a unas horas de los sucesos. El asunto es relevante en cuanto a que el impacto de las tormentas puntuales genera situaciones complicadas, momentos de crisis, pero no irresolubles.

Y más nos vale que así sea. Considerando los recursos públicos que se han invertido en la refinería, cuya ejecución ha sido coordinada por Leonardo Cornejo, así como con las expectativas que promete en cuanto aumentar la dotación de combustibles fabricados en México y así reducir una costosa dependencia en la importación de los mismos, lo más conveniente es que la nueva refinería entre en operación lo más pronto posible y con la mayor eficiencia posible.

En materia de eficiencia, los desagües mostrados por la titular de la Sener dejan en claro que funcionan correctamente los sistemas construidos específicamente para la refinería; que las tormentas puntuales generan situaciones críticas por diversos espacios de tiempo, pero que se pueden resolver sin comprometer el proceso continuo que requiere una factoría de esa naturaleza.

La comparación no es la más adecuada, pero es necesaria hacerla: por efecto de recientes tormentas, los poblados del municipio de Paraíso, limítrofes a Dos Bocas, están anegados seriamente por las lluvias que alcanzaron niveles inusualmente altos conforme a los reportes de Conagua, a cargo de Germán Arturo Martínez.

El analista corbatín, evidenciado. Ernesto O’Farrill es un analista financiero conocido por su característico corbatín, pose aristocrática y análisis perogrullescos. Sin embargo, a pesar de su aparente conocimiento del sector, sus familias directa y política —todos empresarios exitosos y conocidos—han preferido no sumarlo a sus negocios, quedándose don Ernesto sólo con su empresa de análisis conocida como Bursamétrica.

Desde esa consultora intentó arrancar una Casa de Bolsa, invitando a amigos a que le prestaran dinero para asociarse con él, asegurando que tenía cartera de clientes, equipo, infraestructura de sistemas y que sólo faltaba el capital para echarla a andar. A cambio del dinero para comprar y suscribir sus acciones, O’Farrill puso en la mesa numerosas aportaciones, marcas registradas y las propiedades de su esposa. Pero no es lo mismo ser analista que ejecutivo. Cuál fue la sorpresa que Ernesto O’Farrill ni siquiera logró conseguir la licencia de operación de la Casa de Bolsa. Menos las aportaciones, ni socios ni inversiones prometidas. Ni el supuesto mandato del Gobierno federal para encargarse de los nuevos “petrobonos”. Al final, Roberto Guzmán y los otros accionistas tuvieron que inyectar capital adicional para poder sacar adelante la Casa de Bolsa, la cual ya opera. Mientras tanto, el señor de la pajarita seguía cobrando como presidente del Consejo y pagándole a su consultora por información inútil.

Evidenciado, O’Farrill optó por irse contra quienes invitó a la Casa de Bolsa. Todavía éstos trataron de conciliar y hacerlo entrar en razón, pero finalmente O’Farrill fue depuesto como presidente del Consejo. Sólo tuvo cuatro acciones suscritas y pagadas.

A la fecha, O’Farrill no ha pagado nada de un adeudo que asciende a unos 70 millones de pesos a Roberto Guzmán, quien no le quedó de otra que demandarlo y exigir las garantías acordadas legalmente, incluyendo las marcas y las propiedades de su esposa.

Lo triste del caso es que desesperado y evidenciado ante familiares y conocidos, O’Farrill inició una campaña difamatoria contra de Guzmán y su grupo, con el objetivo de hacer ruido para no cumplir con sus compromisos, victimizándose, deslindándose de sus errores y acusando en falso a sus exsocios.

Pese a ese conflicto interno, la pandemia y la crisis económica, ya sin O’Farril, se ha logrado hacer crecer la Casa de Bolsa con las aportaciones de capital hechas por los socios y la entrada de un nuevo equipo directivo con experiencia en el medio bursátil.

¿Canacintra que? En Mérida, la Convención Nacional de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación, como se veía venir, quedó en una suerte de reunión de amigos sin mayor trascendencia para los objetivos de una entidad que hasta hace un año mantenía un alto nivel de interlocución con los tres niveles de gobierno. José Antonio Centeno, presidente de la Canacintra, mostró un mínimo poder de convocatoria para atender los requerimientos de sus agremiados, de los cuales son muchos los que se saben defraudados por un liderazgo que no cuaja.

Ya le platico.