Nahle controló la tensión de Dos Bocas

GENTE DETRÁS DEL DINERO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Es probable que pocos recuerden que hace algunas semanas que la situación laboral en Dos Bocas era un polvorín por las magras condiciones laborales que ICA, de David Martínez, había establecido con sus trabajadores de base mediante el control caciquil del líder local, el cetemista Ricardo Hernández Daza; el conflicto estalló entre gases lacrimógenos y balas de goma un miércoles por la mañana, pero al viernes siguiente la secretaria Rocío Nahle había prácticamente conjurado lo que pudo ser una reacción en cadena.

Las llamadas telefónicas entre la titular de la Sener y el secretario de Gobernación, Adán López, fueron incesantes y la operación política se aceleró para contener una crisis que colmó de duras imágenes en redes sociales y medios de comunicación. Si bien el conflicto se circunscribía con los cerca de 3 mil obreros contratados, existía el riesgo de que el descontento “saltara” hacia los trabajadores de otros frentes de trabajo y, por ende, afectar los costos y tiempos para construir la nueva refinería.

Sin embargo, a las 24 horas del estallido registrado en la Puerta Dos, la crisis empezó a amainar y a ubicarse eventuales focos de tensión laboral. La gestión política enrieló los trenes de trabajo prácticamente a las 48 horas; y si bien aún se percibía inquietud entre trabajadores y empleados, el rito de trabajo en los frentes de trabajo de ICA prácticamente se había recuperado para el viernes. Las gestiones de la titular de la Sener resolvieron el tiradero laboral en el que ICA se metió —por reducir sus gastos y ampliar su margen— en los dos paquetes de obra que tiene en Dos Bocas.

La cúspide de la gestión política aconteció ese mismo fin de semana, en la visita semanal que Nahle hace a la obra, y fue ahí, nos dicen, cuando fuertemente le “leyó la cartilla” a Hernández Daza, exhortándole a respetar inmediatamente las condiciones de trabajo, de cesar el cobro de “cuotas para trabajar” o cualquier otro tipo de exacciones (raterías, para ser más directos) so pena de que el Estado mexicano dejaría de reconocer su representación y enfrentase las consecuencias legales.

Y que tras esa lectura de cartilla, nos dice que Hernández Daza quedó suavecito, suavecito. ICA, por supuesto, ya no deberá darle alas a un líder charro. Santo remedio.

Asur, negocios a trasmano. Donde todo quieren hacer negocio es en los aeropuertos Asur de Fernando Chico Pardo. En ese grupo aeroportuario si viajas con tu hijo menor en vuelos nacionales la identificación oficial solicitada es el pasaporte, no importa si el vuelo es de Oaxaca a la CDMX, tampoco aplica si viaja acompañado de ambos padres, nada vale. La otra opción -aunque usted no lo crea- es que el menor lleve consigo copia impresa de su CURP o acta de nacimiento. Y es ahí donde, parafraseando a Andrés Manuel López Obrador, ya no suena lógico sino metálico: los guardias de Asur rechazan el CURP o acta de nacimiento del menor en aplicación digital, y exigen se presenten de manera impresa… y, casualmente, a 7 pasos del filtro de seguridad, los guardias aconsejan ir a un establecimiento de copias e impresiones donde por el módico pago de 25 pesos imprimen la CURP, misma que tienes que mostrar al regresar otra vez 7 pasos. ¿Sabrá de esta nueva línea de negocios la Profeco, de Ricardo Sheffield?

Que AMLO tendrá avión presidencial. No, que no será el B787 reloaded que arrendó Felipe Calderón y usó Enrique Peña Nieto, el avión de la rifa no rifa, nos dicen fuentes allegadas al tema, tendrá otro destino. Pero, de mientras, por razones de seguridad presidencial y de los pasajeros de aviones comerciales, entre el paquete de aeronaves que la Sedena busca adquirir para 2022, una de ellas sería para el servicio de López Obrador. Las mismas fuentes comentan que cualquier observador atento ya habrá notado que el primer mandatario, en sus giras por el país, ya no se le capta llegando a los aeropuertos comerciales, ni abordando por las compuertas delanteras de los aviones; ni tampoco saliendo por donde lo hace el común de los viajeros; y en la salida de los aeropuertos tampoco lo hace por la terminal comercial. Nos dicen que el aparato presidencial le dará mayor flexibilidad de trabajo, capacidad para viajar junto con sus colaboradores y —fundamentalmente— mayor seguridad.