Mónica Garza

El arcoíris brillará, aún cubierto de sangre

GENTE COMO UNO

Mónica Garza*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Garza
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Tania y Nohemí tenían 28 años, eran pareja y madres de 3 hijos. Ambas fueron asesinadas, sus cuerpos desmembrados y tirados en bolsas de basura en una carretera de Chihuahua, el segundo estado con el mayor número de crímenes de odio contra la población LGBTI+ en todo el país.

Ahí mataron a 20 integrantes de la comunidad gay sólo en 2019, y es el mismo estado donde hace exactamente una semana, en un hecho sin precedente, se realizó la primera Marcha Indígena LGBT, en la que participaron rarámuris y otras etnias, vistiendo sus atuendos tradicionales y ondeando la bandera multicolor para exigir respeto a sus derechos y un alto a su discriminación.

“Muéstrame tu hermandad, no tu rechazo” fue su lema, que también recitaron Roger y Eduardo, el primer matrimonio rarámuri gay en Chihuahua, que formó parte del principal contingente.

Vaya momento histórico que sólo un muerto hubiera sido incapaz de percibir, aun en un estado que se sigue pronunciando en contra del matrimonio igualitario, difícil de entender en una entidad tan golpeada por la violencia homófoba.

Por eso es tan peligrosa la ignorancia y no hay entidad pequeña al momento de medir consecuencias, cuando se pretende disminuir los criterios de los más jóvenes, a visiones maniqueas de lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, lo “normal” y lo “anormal”.

Como le ocurrió esta semana a la pobre gente del municipio de Ocozocoautla, Chiapas, a la que le tocó un alcalde como Javier Maza Cruz (Morena), quien en su discurso inaugural de un “festival cultural” se aventó la puntada de decir que lesbianas, gay trans, pansexuales y “todas esas cosas”, “hacen ver que pueden ser normales, pero no lo son”.

Tania y Nohemí, las jóvenes asesinadas en Chihuahua, en una foto de archivo.
Tania y Nohemí, las jóvenes asesinadas en Chihuahua, en una foto de archivo.Foto: Especial

Un alcalde que debería de procurar educación y paz en su municipio, se pone a alentar la discriminación y la violencia, que de por sí ya es tan preocupante en el estado de Chiapas contra la comunidad de la diversidad.

De acuerdo con la Red por la Inclusión de la Diversidad Sexual en Chiapas, de cada 10 casos de agresiones o violaciones a derechos humanos de la comunidad LGBTI+, sólo uno o dos son denunciados ante las autoridades. Ante la impunidad aplastante, prefieren callar.

Por eso, ¡qué bueno! que otras personas de la diversidad en comunidades indígenas, estén decidiendo salir por fin de sus enormes y antiguas cuevas de silencio, y pronunciarse de manera más organizada en la exigencia de su derecho a una vida libre de violencia y discriminación.

Porque hasta en las grandes urbes, en las más modernas y abiertas como la capital mexicana, “una ciudad de derechos”, punta de lanza en América Latina en favor de la comunidad de la diversidad, el número de agresiones ha aumentado, identificando a los primeros victimarios en el seno familiar.

Tanto así que el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la capital se vio en la necesidad de abrir una Línea de denuncia exclusiva para la comunidad LGBT, llamada “Diversidad Segura” que opera las 24 horas del día y que ya narra casos de terror.

De acuerdo a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el derecho más vulnerado para las poblaciones LGBTI+ en México es el derecho a la seguridad jurídica, relacionado principalmente a “actos ilegales de los agentes encargados de la seguridad pública”.

Al menos 3 de cada 10 personas LGBTI+ han sido víctimas de agresiones físicas por su identidad, de las cuales 9.18% tienen como perpetrador a un policía, según datos de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas y Fundación Arcoíris.

La pandemia por Covid-19 agravó la situación de esta comunidad en el ámbito de la salud, pues 49% denunció problemas en su atención médica, según la Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (2019).

Por eso, después de dos años de ausencia de las calles por la pandemia, el próximo 25 de junio se espera que la Marcha del Orgullo y sus colores, vuelva a apoderarse de las calles de la Ciudad de México; que reúna alrededor de 250 mil personas, entre patrocinadores, colectivos y aliados, que caminen, bailen y griten por los que están, por los que se han ido y que el arcoíris brille, aun manchado de sangre, hasta que logre limpiarse…