Montserrat Salomón

Un día, venceremos

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En un centro de estudios privado de nivel secundario decenas de jóvenes se preparan para presentar un examen que los evaluará de cara a su posible ingreso a la universidad. Hombres y mujeres, sentados por separado, están ansiosos e ilusionados por las perspectivas de futuro que la prueba representa para ellos. Pero futuro es una palabra esquiva en Afganistán. Un hombre entra dando disparos, se coloca entre las mujeres y se hace explotar en un ataque suicida. Decenas de mujeres entusiastas que buscaban educarse para el bien de su familia y comunidad perdieron la vida ese día. El terrorismo da otro certero golpe para llenar de miedo a las mujeres afganas y mandarlas a la sombra.

Desde el regreso de los talibanes al poder se ha dado un paulatino deslizamiento hacia las viejas costumbres represoras de este grupo extremo. En un principio habían prometido que no impedirían los derechos de la mujer, pero poco a poco han ido implementando medidas que hacen ver que no ha habido un verdadero cambio. Una de ellas fue prohibir a las mujeres la educación secundaria. La reacción de algunos poblados fue abrir, con gran esfuerzo por parte de los padres, centros privados, e incluso clandestinos, de enseñanza para ellas. Uno de ellos ahora está cubierto de sangre.

Los talibanes parecen dar tumbos en torno al tema de la educación femenina. Queriendo desmarcarse de lo que hicieron en los 90, en esta ocasión los discursos son de apoyo a la educación de la mujer, siempre y cuando se siga con la cultura afgana y la sharía. Sin embargo, el grupo más radical dentro del gobierno ha dado marcha atrás a esta iniciativa, provocando directa o indirectamente ataques como el descrito. Pero en estas décadas la población ha evolucionado y las familias exigen en mayor número oportunidades de formación para sus hijas. El conflicto está servido y lo único que brilla por su ausencia es la presión internacional a un gobierno que prometió modernidad y no ha cumplido su palabra.

El terrorismo busca inhibir a la población. Sin embargo, puede tener también el efecto contrario. Hombres y mujeres afganos saben ahora más que nunca que la educación es un arma temida por el régimen Talibán y miran a esas 45 jovencitas, cuyos cuerpos fueron destrozados, como una inspiración. Saben que corren un riesgo al apoyar la educación de la mujer, pero sienten ahora un compromiso de sangre. Saben que un día vencerán. El terrorismo genera miedo, pero también heroísmo. Como recoge la BBC en el testimonio de una joven afgana sobreviviente a otro ataque a un centro de enseñanza: “Nuestra venganza contra las personas que hicieron esto será continuar con nuestra educación. Queremos tener éxito en nuestras vidas para cumplir los sueños de nuestros mártires”.