Nadie detiene a Putin

POLITICAL TRIAGE

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Vladimir Putin pasará a la historia como uno de los estrategas más efectivos del siglo. Poco a poco, desde su paso por la antigua KGB hasta su reinado falsamente democratizado, ha afianzado su sueño de regresar a Rusia al primer plano de la geopolítica. Bajo su mando, Rusia no sólo ha salido de la crisis posterior a la ruptura de la gran Unión Soviética, sino que ha recuperado protagonismo económico y político. Sus métodos han sido cuestionables pero efectivos.

En todo se ve la mano de un hombre que entiende que los simbolismos y las pequeñas y planeadas victorias significan mucho para el ánimo de un pueblo que añora grandeza. Desde el regreso de estrategias cuestionables en el deporte para fabricar héroes nacionales a costa de los mismos atletas, como lo vimos en las pasadas Olimpiadas, hasta la recuperación de territorios insignia como la península de Crimea, Putin ha ido afianzando su poder bajo la bandera del patriotismo y el regreso del orgullo nacional subsanando heridas del pasado y apuntando al futuro.

Putin no ha dejado nada al azar. Tampoco lo ha hecho en el actual conflicto en Ucrania. A su lado, el presidente Zelenski parece un niño asustado que no deja de pedir a la OTAN que lo admita a su club para protegerse del matón del barrio. Ante el avance de los preparativos militares en la región del Donbás, ruega a EU y Europa que lancen las sanciones contra Rusia, mientras estos países prefieren agotar la vía diplomática y los discursos airados que no terminan de esconder el miedo que tienen de entrar en conflicto con Rusia.

El acoso a Ucrania se ha ejecutado como una partida de ajedrez. La inteligencia rusa ha desestabilizado la región con propaganda; con el apoyo descarado a los grupos rebeldes con armas y entrenamiento; con el reparto de pasaportes rusos a la población en Ucrania. Ahora, se teme que ejecute un jaque al escenificar un ataque a “sus ciudadanos” por parte de Kiev y que justifique así la inminente invasión. Todo el mundo lo sabe y nadie puede hacer nada.

La OTAN no puede llegar a las fronteras rusas, exige Putin. Ucrania no deberá nunca ser miembro de esa organización que pone en peligro a Rusia: un argumento de defensa. Al mismo tiempo, se sabe que el gas con el que controla Rusia las necesidades de gran parte de Europa, pasa por Ucrania: un motivo para el ataque.

Los territorios en disputa tienen sus días contados. Aunque se logre el alto al fuego por vía diplomática, Rusia terminará anexándose esos territorios tarde o temprano, como hizo impunemente con Crimea. La estrategia está probada tanto en esa península como en lo que hemos visto en la Franja de Gaza. Sembrar ciudadanos y asentamientos para luego reclamar el territorio. La única pregunta es cuánta sangre correrá.