Montserrat Salomón

Trump quema la casa

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
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Con la pandemia alcanzando cada día cifras récord de contagios y muertes, la indolencia del aún presidente Donald Trump se hace cada vez más patente. El hombre sólo tiene una cosa en la cabeza: mantenerse en el poder.

Con sus días contados en la Casa Blanca, la desesperación de Trump se vuelve peligrosa. Sus intentos de darle la vuelta al resultado de la elección están dañando seriamente la credibilidad de la democracia estadounidense. Su retórica tóxica en torno a un fraude electoral masivo —del cual no hay ninguna evidencia— va en contra de los propios intereses de su partido.

Esta desconfianza que está sembrando en el sistema electoral puede costarle cara al Partido Republicano que se juega el control del Senado en las elecciones de hoy en el estado de Georgia. Es en ese mismo lugar en donde Trump ha concentrado sus intentos por mostrar que el sistema electoral y los funcionarios electorales fallaron en su contra, por lo que es muy probable que muchos votantes republicanos se sientan desmotivados a participar en una elección crucial para su partido.

Un par de días antes de esta votación, sale a la luz la llamada con la que Trump presiona a los funcionarios de Georgia para “encontrar” los votos que le darían el gane. Una medida desesperada y probablemente ilegal que demuestra que el presidente se está jugando sus últimas cartas.

En este escenario surge la figura de Mike Pence como protagonista del final del mandato de Trump. Luego de pasar los últimos cuatro años adulando y contemplando al presidente, el vicepresidente está llamado a contar los votos electorales este miércoles y declarar ganador a Joe Biden. Algunos senadores intentarán presionar a Pence para que viole las reglas e ignore los votos sobre la mesa. Pence tendrá que decidir si continúa con su actitud servil o hace lo correcto y declara perdedor a Trump.

Todo indica que esta misma semana se cerrará el destino de Trump en el Senado. Sin embargo, Pence todavía puede descender más en la escala de la amoralidad y continuar con el plan que ya varios analistas han anticipado: aceptar la renuncia de Trump en los siguientes días, ascender al poder en los últimos días de su mandato y otorgarle un infame perdón presidencial. Esto sería un acto sin escrúpulos y marcaría a Pence por siempre como uno de los políticos más hipócritas de la historia; sin embargo, Trump parece muy capaz de exigirle a su empleado este último sacrificio, como lo hizo con su antiguo abogado Michael Cohen, Bannon o Roger Stone. Como sabemos, el presidente actúa más como un capo de la mafia que como un líder moral y político.

Estos días serán definitivos para el futuro próximo del Partido Republicano. Como se predijo hace 4 años, Trump ha sido su hombre y su maldición.