¿Quién ve por Venezuela?

POLITICAL TRIAGE

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Con una crueldad indecible, una protesta al norte de Chile en contra de la migración terminó con una hoguera en la que quemaron las pocas pertenencias que tenían las familias venezolanas que se encontraban en el lugar. La quema incluyó documentos, colchones, la poca ropa que traían consigo y hasta los juguetes que esos niños olvidados cargaban consigo como un escape a la pesadilla que viven.

¿Qué pasará por la mente y el corazón de un niño al que le es arrebatado su único lazo con su infancia destrozada y que luego lo ve arder en las llamas del odio y la incomprensión? ¿Qué se anidará en el corazón de un padre que ve cómo el único consuelo de su hijo es destruido entre gritos de odio y rechazo? ¡Qué falta de humanidad!

Los asentamientos irregulares de inmigrantes son un problema para las ciudades al norte de Chile, eso es cierto. En gran medida, estos venezolanos que huyen del hambre se quedan varados en estas regiones por la falta de un sistema eficiente de acogida que les permita continuar su camino, buscar trabajo y activarse económicamente. La región se ha convertido en un cuello de botella y estas personas no tienen forma de salir de esta situación. Cuando se tiene que elegir entre comprar comida o pagar un cuarto o el uso de un baño público, la elección es evidente. Vivir sin techo es un infierno para estas personas. Y sí, es algo incómodo para los ciudadanos de estas ciudades.

La situación tiene sus causas en la gravísima crisis que lleva años desarrollándose en Venezuela, donde 3 de cada 4 venezolanos viven en pobreza extrema y el gobierno ha quitado en los últimos años 14 ceros a la moneda tratando de controlar y maquillar la hiperinflación que se vive en el país. Venezuela está hundida en una crisis humanitaria y los gobiernos latinoamericanos deben acompañar sus palabras con actos. No se puede hablar contra Maduro y cerrar las puertas a las familias que huyen del hambre.

Son años ya los que tenemos reportando la escasez de suministros básicos y la hiperinflación más grave del mundo. La gente, viviendo en un país rico por sus recursos petroleros, pero saqueado por una banda de ladrones al poder, se ha convertido en esqueletos andantes que toman a sus bebés y salen huyendo a donde sea, buscando cualquier ingreso, cualquier oportunidad, porque todo es mejor que lo que dejan atrás. Más de 70% de la población vive con menos de dos dólares al día.

Nicolás Maduro culpa a las sanciones económicas impuestas por EU, pero esto no explica ni justifica la situación a la que ha sometido al pueblo venezolano. Sin embargo, sí debemos cuestionarnos la actitud de la comunidad internacional que termina castigando al migrante y ahogando económicamente a los que no tienen la opción de huir de su país.