El año (electoral) que viene

El año que comienza traerá la elección más grande en la historia de México. Será una contienda con quizá los retos más grandes también. La falta de compromiso con el cumplimiento de las reglas democráticas del titular del Ejecutivo, las crisis en las cúpulas del INE y del TEPJF y un entorno de inseguridad y control de la delincuencia organizada en partes del territorio serán los principales obstáculos por superar para poder conservar nuestra democracia.

No obstante, México no es una isla y comparte muchos de los retos de las democracias contemporáneas que acudirán a las urnas este mismo año. Casi el 50 por ciento de la población mundial podrá ejercer su voto en comicios de más de 60 países. Este mosaico permitirá observar los distintos tipos de modelos “democráticos” que existen en el mundo. Resaltan dos.

En primer lugar, se encuentran los Estados con elecciones presidenciales en sociedades altamente divididas. Incluyamos, además de México, a Estados Unidos, que tendrá elecciones presidenciales y legislativas. En ambos países las instituciones electorales se pondrán a prueba como nunca. Se pueden añadir a este grupo India, Indonesia y Sudáfrica.

Un segundo grupo de naciones celebrará elecciones en donde una fuerza política detenta el poder bajo esquemas (semi) autoritarios, en donde es muy poco probable que la oposición tenga opción de triunfo. En éste se puede incluir a Rusia, Pakistán y —si todavía se puede considerar democrática— Venezuela o Corea del Norte en el extremo.

En Latinoamérica, se celebrarán elecciones generales en El Salvador, México, Panamá, Uruguay y Venezuela. Además, elecciones locales/municipales en Brasil, Costa Rica, Perú, República Dominicana y Uruguay. Se espera que se consolide el deterioro de los gobiernos de izquierda en la región.

Después de décadas en donde se presentó una oleada democrática en el mundo, en donde se anunciaba por algunos como el “fin de la historia” en el sentido del triunfo definitivo de esta forma de Gobierno, los últimos años han presentado tensiones y regresiones democráticas en buena parte del orbe. 2024 será una dura prueba para los países que han optado por la forma de gobierno que, en palabras de Winston Churchill, es el peor modelo de gobierno, con excepción de todas sus alternativas.