Pedro Sánchez Rodríguez

Medias verdades

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Pedro Sánchez Rodríguez 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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A tres años de la Cuarta Transformación en la Presidencia de México, se vale preguntar cómo será el México que nos dejará López Obrador. Son muchos los lectores de estos medios, los que están al pendiente de los programas de opinión y los que comentan y escriben en éstos, que piensan que estos tres años tenemos un peor país y que corremos el riesgo de tener un sexenio perdido. Es un pensamiento peligroso por ser desesperanzador y apático, incluso antidemocrático. Le resta responsabilidad a la oposición, a los contrapesos y a los particulares.

Los votantes, en las elecciones intermedias, no renovaron la mayoría que mantenía Morena desde 2018 en la Cámara de Diputados, prefirieron una cámara, sí, oficialista, pero más moderada. Las reformas impulsadas por el Presidente han sido congeladas, matizadas o no observadas por todo tipo de juzgados y cortes. Sus decisiones han sido contrariadas y respaldadas por organizaciones, movimientos sociales, medios de comunicación y académicos. Uno casi podría decir que estos años han sido un espectacular y continuo despliegue del Estado, que hemos construido por dos siglos. El problema, quizás, es que a este espectáculo no lo motiva la moderación de la discrecionalidad e incluso arbitrariedad del Estado, sino la confusión y la incertidumbre.

Todo lo que hace, dice y quizás piensa el Presidente tiene medias verdades. Frente a su decisión de publicar el decreto por el que reserva la información de las obras de infraestructura de su Gobierno para completarlas, está la opacidad de su planeación, contratación y ejecución. Con su estrategia de seguridad de abrazos y no balazos vivimos el que quizás sea el sexenio más violento que ha vivido el México democrático. Ante la centralización de las compras gubernamentales, para evitar la corrupción, tenemos el desabasto de medicamentos que tantas vidas ha afectado. Cuando engrosó el padrón de beneficiarios y entregó los recursos de manera directa y sin intermediarios, obtuvo como resultado un aumento en la pobreza. Al señalar los planes de estudio de instituciones como el CIDE por tecnocráticos y poco humanistas, desmantela una institución que produce egresados que compiten con las mejores universidades privadas del país.

El problema de las medias verdades es que producen cosas a medias. Ése será el resultado de su Gobierno: un aeropuerto mediano, un tren a medias, un intento por combatir la corrupción y la pobreza. Pasarán décadas para que un gobierno consiga el capital político y social que tiene el actual. No se conseguirá la Cuarta Transformación, pero tampoco se continuó con lo andado. Nuestra oposición de medio pelo aguarda, como el Aeropuerto de Texcoco, a que termine el sexenio como si estuviera el pueblo ansioso esperando su llegada, como si tuvieran el legítimo derecho de su fe… pero este sexenio tiene inercia y, sin un poquito de fricción, no estaremos platicando del sexenio perdido… sino de la década.