Rafael Rojas

Andrés Ordóñez: intelectual diplomático

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

El escritor y fotógrafo, en una imagen de archivo.*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
El escritor y fotógrafo, en una imagen de archivo.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El poeta, ensayista y fotógrafo Andrés Ordóñez pertenece a una estirpe reconocible en la historia de México: la del intelectual diplomático. Como tantos escritores antes que él (Federico Gamboa y Amado Nervo, Alfonso Reyes y Jaime Torres Bodet, Octavio Paz y Carlos Fuentes) ha alternado misiones diplomáticas en Francia, España, Grecia, Brasil, Israel y Cuba con una producción ensayística de enorme interés para la historia intelectual de México.

Graduado de la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad de Londres, Ordóñez es autor de un ensayo, Los avatares de la soberanía (2005), que explora el peso del pensamiento político y jurídico de raíz hispánica en la política exterior mexicana de los siglos XIX y XX. En contra de un lugar común de la historiografía moderna, que asegura la hegemonía del liberalismo desde la segunda mitad del siglo XIX, Ordóñez sostiene que el conservadurismo de la tradición intelectual hispánica ha estado más presente de lo que se cree en la diplomacia mexicana.

Encuentra Ordóñez la matriz de aquella tradición en la Escolástica española del siglo XVI, especialmente en la escuela teológico-jurídica de la Universidad de Salamanca, con Francisco de Vitoria a la cabeza. Los tratados de Vitoria, así como los de su discípulo Francisco Suárez, sobre el derecho de gentes y la guerra justa, habrían arraigado en la diplomacia mexicana, vía la Constitución de Cádiz y el primer constitucionalismo republicano, desde la tercera década del siglo XIX.

El año pasado, el diplomático, que entre sus múltiples nombramientos recibió el de la embajada de México en Marruecos, publicó un estudio sobre las relaciones con ese país norafricano

Principios básicos de la política exterior mexicana como la defensa de la soberanía nacional o el equilibrio de poderes regionales no provendrían, fundamentalmente, del realismo moderno que Henry Kissinger identificó con Metternich o Bismarck, sino de la línea hispánica que va del neotomismo de la Contrarreforma al conservadurismo de mediados del siglo XIX, cuando destacaron diplomáticos como Lucas Alamán, José María Gutiérrez Estrada y Luis Gonzaga Cuevas.

Esta visión heterodoxa de la historia diplomática mexicana se refleja también en algunos ensayos recientes de Ordóñez, derivados de misiones concretas en varios países. El año pasado, el diplomático, que entre sus múltiples nombramientos recibió el de la embajada de México en Marruecos, publicó un estudio sobre las relaciones con ese país norafricano.

Su conocimiento de la historia cultural y política de España le facilitó tanto la misión diplomática como una comprensión intelectual de los conflictos migratorios y fronterizos en el Sahara Occidental, que involucran, a la vez, a España y a la Gran Bretaña, quien mantiene la posesión de Gibraltar como entidad ultramarina. La experiencia histórica mexicana, marcada por las amenazas a la soberanía nacional de las grandes potencias atlánticas, desde el siglo XIX, tiene algo que decir sobre los conflictos marroquíes.

Otra intervención reciente de Ordóñez, en el libro El mito y el desencanto. Literatura y poder en Cuba (Ariel, 2022), igualmente basada en una misión diplomática, en este caso, en la isla caribeña, a principios del siglo XXI, cuando era embajadora Roberta Lajous, da cuenta de la peculiar condición del intelectual diplomático

Otra intervención reciente de Ordóñez, en el libro El mito y el desencanto. Literatura y poder en Cuba (Ariel, 2022), igualmente basada en una misión diplomática, en este caso, en la isla caribeña, a principios del siglo XXI, cuando era embajadora Roberta Lajous, da cuenta de la peculiar condición del intelectual diplomático. Cuba y su literatura, en las décadas soviéticas y postsoviéticas de fines del siglo XX, son realidades bien documentadas en este libro que mezcla la historia política y la crítica literaria.

Ordóñez interpreta la experiencia cultural cubana en la Guerra Fría y en los años que siguieron a la caída del Muro de Berlín como una transición del mito al desencanto. En efecto, pocos países de la región vivieron en tan poco tiempo el paso dramático de una pertenencia al bloque soviético del socialismo real, como promesa del futuro de la humanidad, a la crisis aguda de los años 90, eufemísticamente llamada “periodo especial”, que, bajo las sucesiones de Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel, logra persistir hasta hoy.