Rafael Rojas

El CIDE, las humanidades y la historia

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

Las instalaciones del CIDE, en una foto de archivo.*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Las instalaciones del CIDE, en una foto de archivo.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Uno de los pocos puntos de la nueva Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnología e Innovación, aprobada recientemente sin la debida deliberación, que genera consenso favorable en la comunidad académica mexicana es la consagración del acceso a la ciencia como un derecho humano y la incorporación de un sentido humanístico a las políticas públicas del saber en México.

Sin embargo, en la presentación de la nueva ley ante la opinión pública, en la conferencia matutina del pasado 3 de mayo, en Palacio Nacional, la Dirección del nuevo CONAHCYT —con la H de Humanidades y de Historia— justificó la ley como superación de una “ciencia neoliberal”, que “desviaba sus funciones”, anteponía la racionalidad tecnocrática al conocimiento humanístico, y que estaría personificada por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

Ese mensaje contiene una deliberada tergiversación de la trayectoria del CIDE, desde su fundación en 1974 y, especialmente, en las últimas décadas. El historiador de la Universidad de Chicago, Mauricio Tenorio, escribió una historia del CIDE, que debería ser lectura de urgencia para los directivos del CONAHCYT, si es que existe voluntad de contribuir a un mejor entendimiento entre esa institución y uno de sus centros mejor posicionados, en ciencias sociales, dentro y fuera del país.

Qué perversa ironía que a una institución que ha producido una revista como Istor y que ha creado un programa tan generoso en becas como la Maestría en Historia Internacional se le acuse de promover una ”ciencia neoliberal

La necesidad de un sentido humanístico para las ciencias sociales fue siempre tema de debate en la comunidad académica del CIDE. Fue esa tendencia la que condujo a la creación de la División de Historia en el año 2000, bajo la dirección del historiador Jean Meyer, autor del clásico La Cristiada (1973), Investigador Emérito del SNI y Premio Nacional de Ciencias y Artes.

Tras la creación de la División de Historia, Meyer fundó Istor. Revista de Historia Internacional, una de las publicaciones más plenamente humanísticas editadas en México, en lo que va del siglo XXI. La revista ha publicado más de 90 números y ha dedicado entregas a la India y Australia, América Latina y África, Rusia y China, las nuevas tecnologías, el cine, las guerras, las drogas, las artes, el feminismo y el cambio climático.

Uno de los temas centrales de Istor, a partir de varios de los últimos ensayos de George Steiner, ha sido, justamente, el imperativo de reafirmar el perfil humanístico de las ciencias sociales ante la tecnificación de la cultura en el siglo XXI. Qué perversa ironía que a una institución que ha producido esa revista y que ha creado un programa tan generoso en becas como la Maestría en Historia Internacional se le acuse de promover una ”ciencia neoliberal”.

La necesidad de un sentido humanístico para las ciencias sociales fue siempre tema de debate en la comunidad académica del CIDE. Fue esa tendencia la que condujo a la creación de la División de Historia en el año 2000, bajo la dirección de Jean Meyer, autor de La Cristiada y Premio Nacional de Ciencias y Artes

La División de Historia del CIDE, su revista y su maestría, se consolidaron durante las gestiones de Carlos Elizondo Mayer Serra, Enrique Cabrero y Sergio López Ayllón. Y no sólo eso, en aquellos años se creó la Cátedra Jean Baptiste Duroselle, en honor al gran historiador francés, defensor del equilibrio geopolítico a nivel global, y se impulsaron colecciones editoriales y libros colectivos de la mayor relevancia para la investigación y enseñanza de la historia.

Menciono sólo dos de aquellos proyectos, la serie editorial Herramientas para la Historia, con el Fondo de Cultura Económica, dirigida por Clara García Ayluardo, y la gran empresa, en siete volúmenes, de la Historia de las modernizaciones en México, coordinada por la propia García e Ignacio Marván Laborde, politólogo e historiador de izquierda, con ideas afines al Presidente López Obrador y al programa de la 4T.

Ya lo he dicho aquí, pero, ante tanta distorsión, vale reiterar. Durante las últimas décadas, en el CIDE se escribieron y publicaron los libros de Kurt Unger y Ugo Pipitone, donde se leen críticas al neoliberalismo más rigurosas y exhaustivas que las que el presidente lanza en las Mañaneras. Estudiantes y profesores han denunciado el estigma que se quiere imponer a la institución. Pero el poder no escucha.