Rafael Rojas

Elecciones y conflictos limítrofes

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En dos meses y medio se celebrarán elecciones en Chile y Argentina: las chilenas serán presidenciales y las argentinas legislativas. Lo que queda de aquí a ambas contiendas en esos países se verá absorbido por las disputas electorales internas. La reedición de cualquier diferendo territorial entre esos países vecinos, en una América Latina polarizada, puede producir capitalizaciones domésticas pero también tensiones internacionales.

El pasado fin de semana, el gobierno de Sebastián Piñera publicó en el Diario Oficial una proyección de límites marítimos hasta la Tierra del Fuego y el Cabo de Hornos, que ha sido cuestionada por la cancillería argentina. Según el gobierno de Piñera, esa delimitación respeta el Tratado de Paz y Amistad entre ambos países, de 1984. Según el gobierno de Alberto Fernández, la delimitación se “apropia de una parte de la plataforma continental argentina” y de una “extensa área de fondos marinos y oceánicos”, que sería Patrimonio Común de la Humanidad.

Los cancilleres Felipe Solá de Argentina y Andrés Allamand de Chile han chocado verbalmente en estos días. De acuerdo con la cancillería chilena, siempre que Argentina ha reclamado el territorio en disputa, en 2009, 2016 y 2020, Chile lo ha rechazado. Para confirmar que la proyección fronteriza es consistente con una posición de Estado, el gobierno de Piñera ha recabado opiniones de excancilleres de sus predecesores Ricardo Lagos, Eduardo Frei y Michelle Bachelet, que confirman la posición oficial.

La capitalización política de ambos lados no se ha hecho esperar, lo mismo desde perspectivas soberanistas que transnacionales. Sectores de la izquierda argentina y chilena han llamado a controlar el chovinismo de los dos gobiernos, pero no pocos entrelazan el diferendo con las constantes disputas fronterizas de Chile con Perú y con Bolivia, que históricamente ha reclamado a Santiago una salida al mar. En bases kirchneristas se impulsa una internacionalización del conflicto por medio de una unificación de exigencias de los gobiernos de Luis Arce, Pedro Castillo y Alberto Fernández contra Chile.

Todo conflicto fronterizo, aunque se trate de 200 millas despobladas en aguas australes, produce rebrotes nacionalistas. La polarización izquierda-derecha que se reaviva en América Latina, sin embargo, contribuye a rebasar el enfoque soberanista y, más que un cierre de filas con los respectivos gobiernos, se observan empatías transnacionales, desde uno u otro polo del espectro ideológico.

Las dos cancillerías proponen solucionar la disputa por medio del diálogo, sin llegar a mecanismos judiciales internacionales. En los próximos meses veremos qué réditos políticos obtienen unos y otros actores, en medio de las contiendas electorales. Lo cierto es que este careo diplomático es otro indicio de la cada vez más difícil existencia de foros de arbitraje y concertación latinoamericana y caribeña.