Rafael Rojas

Venezuela: la elección de los mismos

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas
Rafael Rojas
Por:

Tal y como preveíamos desde la convocatoria a elecciones legislativas en Venezuela, en 2019, la reciente contienda parlamentaria ha favorecido al gobierno de Nicolás Maduro. Únicamente un 31% del padrón electoral participó en las elecciones y ninguno de los partidos y líderes fundamentales de la oposición tomó parte. Para los maduristas se trató de una elección de sí mismos o de un ritual de confirmación de un poder aceptado por menos de un tercio del país.

Inicialmente, Henrique Capriles Radonski y otros dirigentes opositores habían tomado distancia de la posición de la Mesa de la Unidad Democrática y de Juan Guaidó e intentaron negociar condiciones con el gobierno para participar en las elecciones. Al final, el gobierno de Nicolás Maduro no aceptó las condiciones de Capriles y el político se sumó al polo abstencionista. La apuesta de Maduro fue siempre la exclusión de las principales fuerzas opositoras.

Aún con la escasísima participación —recordemos que en las elecciones parlamentarias de 2015, que le dieron el triunfo a la oposición, intervino más del 70% del padrón—, el triunfo oficial se quedó en un 67% de los votos. Sigue habiendo, por tanto, dentro de la minoría no abstencionista de Venezuela una tercera parte que rechaza la hegemonía legislativa del madurismo. Si a esa tercera parte se suma la mayoría que se abstuvo no sería difícil suponer que la oposición tiene mayor apoyo político que el gobierno.

A diferencia de otros abstencionismos, el venezolano está fuertemente determinado por la ilegitimidad de un gobierno que ha provocado el más cuantioso exilio en la historia contemporánea de América Latina y que no oculta su despotismo frente a protestas populares. Pero las evidencias importan poco en regímenes como el de Nicolás Maduro en Venezuela. El precario triunfo electoral fue celebrado como una hazaña de la Revolución bolivariana. Desde Miraflores Maduro dijo que se había tratado de “una tremenda y gigantesca victoria”.

Con estos resultados, el gobierno de Maduro instalará una nueva Asamblea Nacional oficialista, lo que facilita la reproducción del poder. Al desplazar al parlamento opositor, el control de todos los poderes de Venezuela por parte del gobierno de Maduro se vuelve absoluto. En la práctica, la Asamblea Nacional opositora nunca funcionó como tal, porque el régimen la declaró en desacato. A partir de ahora ese obstáculo se elimina, con lo cual la anomalía de la perpetua Asamblea Nacional Constituyente pierde su razón de ser.

El sectarismo geopolítico que define nuestro mundo se manifestó una vez más. La administración Trump, que no debería hacer otra cosa que facilitar la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, se apresuró a desconocer las elecciones. Rusia y Cuba hicieron otro tanto felicitando eufóricamente a Maduro. La mayor parte de la comunidad internacional se divide entre quienes desconocen sin entusiasmo y quienes reconocen discretamente.