Rodrigo López San Martín

Paridad de género en gubernaturas: la trampa y el aplauso fácil

ES LA ESTRATEGIA...

Rodrigo López San Martín
Rodrigo López San Martín
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La semana pasada, el Consejo General del INE aprobó que, en el proceso electoral del próximo año en el que se renovarán gubernaturas en 15 entidades del país, los partidos políticos deban postular mujeres en la mitad de sus candidaturas, o la cantidad más cercana a ese 50 por ciento.

De entrada, la norma parece alinearse al principio de paridad en candidaturas que la ley ya contempla para las elecciones federales. Pero haciendo un análisis más profundo, es claro que la agenda de género en México ha sido secuestrada por el oportunismo político que no atiende los problemas ni las desigualdades de fondo.

Porque no es lo mismo la paridad en órganos legislativos como el Senado de la República o la Cámara de Diputados, donde enriquece que haya una representación equitativa entre hombres y mujeres, a las gubernaturas de los estados. Cada entidad es autónoma, libre y soberana.

Y, más importante, esta normativa pone en riesgo el derecho básico de los ciudadanos de elegir al mejor perfil posible para dirigir su gobierno estatal. Además de vulnerar la autonomía de los partidos políticos para elegir a sus candidatos.

Pero más allá de estas consideraciones, una vez más el oportunismo y la búsqueda del aplauso fácil gestaron una norma mal diseñada y que, como en el pasado, solamente terminará usando a las mujeres para la foto. Ya lo hemos vivido en México, y hoy, repetimos el mismo error.

Rumbo a las elecciones legislativas de 2009, se aprobó la primera norma de paridad de género. Así, nacieron las Juanitas. Mujeres que inmediatamente después de tomar protesta a su cargo, pedían licencia para dejar en su lugar a sus esposos, hermanos o padres, que habían sido inscritos como sus suplentes. Mujeres usadas para la foto.

Después, cuando se especificó que los suplentes debían ser del mismo género, tampoco fue suficiente. Los partidos priorizaron los distritos donde eran más competitivos, y simplemente “rellenaban” de mujeres los distritos donde la derrota era segura. Hasta que finalmente la normativa tuvo que especificar que debía haber paridad entre distritos del mismo tipo para cada partido: alta, media y baja rentabilidad.

La sobreregulación como única solución sólo provoca la búsqueda de lagunas. Finalmente, lo que buscan los partidos es ganar elecciones, y empujarán a quien mejores posibilidades de les den de ello. Sean hombres o mujeres.

¿Qué va a pasar en 2021? Lo mismo. Buscarán lagunas. La más clara está en las alianzas. La paridad (50-50 o mitad menos uno si el número de candidaturas es impar) está obligada entre las candidaturas que postule un partido en solitario, y de manera independiente, las que postule en cada coalición.

Por ejemplo, si Morena va sólo en 6 estados, con el PT en 5 y con el Partido Verde en 4, podría postular tres hombres sólo, hasta tres con el PT (mitad más uno) y dos con el Verde. Un total de 8.

Pero si en una de las seis candidaturas en la que iría sólo, hay un cuarto estado donde quieran postular a un hombre, simplemente podrían sumar al Verde en coalición en esa candidatura, para que la entidad cambie de lista. Así, quedarán los mismos tres varones en candidaturas solas de Morena (ahora 5), los mismos tres con el PT y ahora tres con el Verde, porque esa coalición pasa de cuatro a cinco, y así se los permite. Ahora, tendrían un total de nueve hombres.

Y si necesitan hacerlo en más ocasiones, podrían quitar dos candidaturas de cualquiera de esas alianzas (un hombre y una mujer) y hacer una coalición solo con el PES (hombre) y otra que junte al PT y al Verde (también hombre), con lo que llegarían a 10. Y así sucesivamente podrían seguir malabareando sus alianzas hasta dejar a las mujeres en las tres o cuatro candidaturas menos competitivas. Una vez más, usándolas para la foto.

La falta de visión del INE, al final, sólo fortalecerá a los partidos pequeños en su poder de negociación. A esos que poco aportan y nos cuestan millones de pesos cada año, hoy, el INE, los empoderó.

Para quienes abanderan la causa de la equidad de género, aunque quizá suene menos atractivo, el enfoque debería estar en el proceso: abrirse más y mejores espacios para la preparación y el desarrollo profesional de la mujer en la política; abordarse de frente y sin rodeos los machismos cotidianos que hay en la toma de decisiones; y luchar de manera contundente para terminar con el acoso del que muchas mujeres hoy son víctimas en sus espacios laborales, aún en las más altas esferas de nuestra vida política. En lugar de seguir buscando el aplauso fácil.