Ernestina y el Congreso

¿El Congreso de la capital nacional reconoce méritos de las personas y de las instituciones o es el rincón donde se arremolinan resentimientos y ambiciones primarias, esos comunes habitantes de toda politiquería?

Ni blanco ni negro. 

La ciudadanía ejerce su derecho de gobernar a partir de la capacidad de representarse políticamente, es decir, no solamente de interactuar como individuos con intereses legales y legítimos, pero particulares, sino en favor de intereses colectivos desde donde se intenta “el bien común y superior”. 

Este miércoles en el Congreso observaremos la calidad de las intervenciones para decidir si la mayoría de la población, la soberanía del pueblo, con su propia capacidad de hacerse representar y escuchar, se traslada o no a la decisión de los legisladores, en respaldo de Ernestina Godoy, la primera mujer y la primera persona en detentar el cargo de titular de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX. 

¿Habrá 44 legisladores indispensables para la ratificación? Mayoría reglamentaria para Godoy o explosión anímica y política de quienes controlan una parte del veto. 

En realidad si los legisladores consultaran de una manera no sesgada —¿imposible?— el sentir de la población, el proceso ratificatorio tendría el obvio resultado positivo, correspondiente con la reestructuración en curso de una manera de acercar la justicia a la ciudadanía en la calle; de ejercer el presupuesto; definir el reclutamiento de los agentes del Ministerio Público o los detectives y los cuadros de mando y comando, así como la reducción de la incidencia feminicida en 33 por ciento, comparado el registro de este año con el periodo equivalente del 2019. 

No solamente los seguidores de Morena o el PAN se referirán a la decisión a tomar este día, así como al método, a los argumentos y al resultado como un ejemplo de la calidad de la vida parlamentaria de la capital nacional. Lo hará la opinión pública y las correspondientes historias. 

Tal vez algunos se sientan tentados a una lección de venganza respecto a responsabilidades comprobadas e investigaciones en curso, por cierto, cruciales en una época preelectoral y con políticas y políticos tan evidentemente afiliados a causas y a prácticas en apoyo o debate como Clara Brugada y Santiago Taboada. 

¿Atestiguaremos una escena más de esa polarización, más retórica que factual, de quienes critican la misma, pero no pueden abstenerse de acudir a ella como castigo a quien perciben como “enemig@”? 

La fiscal Godoy ha sido un ejemplo de cercanía y sensibilidad social, percibida por la enorme mayoría de la población, más allá de las entendibles simpatías por sus respectivas luchas, con Claudia Sheinbaum, Martí Batres o el Presidente Andrés Manuel López Obrador.   

La única dureza de Godoy ha sido la social y personal, digna firmeza de un ejercicio frente al cual debe mantenerse. Hoy sabemos.