Valeria López Vela

Biden vs. Putin: a un año de la invasión a Ucrania

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Está por cumplirse un año de la invasión rusa a Ucrania.

Me parece que es un momento peligroso, pues a Putin no le han salido las cosas como quería. El plan original se diseñó con la estrategia de anexión de Crimea; Putin y sus asesores tenían en mente un ataque rápido y sorpresivo; estimaban que Kiev caería en tres días. Afortunadamente, eso no ocurrió.

La rápida reacción del presidente Zelenski y el patriotismo del pueblo ucraniano fueron el primer bloque de respuesta con el que no ha podido aún el ejército ruso. A diferencia de otros mandatarios, Zelenski no abandonó el país. Este primer giro en la respuesta le dio a los ucranianos la fuerza moral para resistir los primeros días de la invasión, cuando la comunidad internacional intentó frenar la guerra por vías diplomáticas. 

Pasadas las primeras semanas, quedó claro que Rusia no tenía intenciones de detener la invasión y la OTAN —bajo el liderazgo de Biden— envió apoyo a Ucrania. Sin duda, ésta debe haber sido una de las decisiones más difíciles de tomar, pues se abría la puerta a un conflicto mundial. Y, seamos sinceros, a ninguno nos gustaría tener que tomar esa decisión ni, mucho menos, vivir en los días de una guerra mundial, potencialmente nuclear. 

Pero, a veces, las cartas que nos da la vida no dejan margen para las utopías; insistir en buscar la paz solamente fortalecería al invasor y causaría más dolor a los ciudadanos ucranianos: esos que tuvieron que dejar sus sueños atrás con la esperanza de salvar la vida, olvidarse de los de la vida para abrazarse a las migajas de la sobrevivencia. 

Durante estos meses, hemos sabido que el ejército ruso ha cometido crímenes de guerra; específicamente, hay reportes de ejecuciones sumarias, centros de detención y tortura, así como fosas comunes. La barbarie se ha vuelto a instalar como forma de interacción, olvidando que aún en la guerra “hay reglas” para mantener la civilización. 

Frente a esto, ¿qué es lo que sigue? Por los recientes movimientos armamentísticos y las declaraciones de Putin de retirarse del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas —START— se anuncia un nuevo capítulo en la invasión que, todo indica, se extenderá hacia otros territorios europeos. 

Por su parte, la visita y las declaraciones del presidente Biden dan muestra de la decisión de no dar un paso atrás en el respaldo a Ucrania. El presidente declaró que Putin se encontró “con la voluntad de hierro de EU” y remató diciendo que: “Ucrania no será nunca una victoria para Rusia”. 

La resistencia del pueblo ucraniano es admirable. Trescientos sesenta y cinco días después continúan defendiendo lo que es suyo: la tierra, la paz y la vida. Cierro con las palabras del presidente Biden de ayer: “Esta guerra nunca fue una necesidad. Es una tragedia”. Y la tragedia nos alcanzará a todos pues, en mayor o en menor medida, tendremos que asumir los costos morales, ambientales y sociales de esta gran guerra.