Trump: el antimexicano al acecho

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La patología narcisista perversa de Donald Trump hace que, cada día, se supere a sí mismo. Y esto lo hace peligroso para todos pero, en especial, para la víctima favorita del empresario: los mexicanos. Acá un breve recuento.

Todo comenzó en 2015 cuando inició la narrativa demonizante sobre nosotros, acudiendo a una imagen que repele a cualquiera: la violación. El precandidato no tuvo reparos en señalar a los varones de un país entero —en especial, si eran migrantes— como agresores sexuales de mujeres. Sus palabras resonaban en el imaginario estadounidense llevándolas a la vieja imagen de que “los afroamericanos sólo querían violar a las mujeres blancas” que sirvió como sustento a tantos prejuicios y prácticas de discriminación y violencia.

Y desde entonces, no se ha detenido.

El sábado pasado, dijo que él creía en la superioridad genética expresada en ciertos tipos raciales. El argumento seudocientífico es conocido como “race horse theory”, que sostiene que las diferencias entre los individuos descansan en habilidades innatas. Esto, no es más que una burda exacerbación del determinismo biológico que lleva, inevitablemente, a prácticas de exclusión y desigualdad de trato.

También sostuvo que los idiomas que hablaban los migrantes eran “balbuceos” que nadie en América entendía ni tenía por qué hacerlo.

Esta posición posibilita el nativismo —la consideración de que solamente las personas que nacieron dentro de un territorio tienen derecho a tener derechos—, la xenofobia —el rechazo por los migrantes—, el racismo y no perdamos de vista la aporofobia —desprecio por las personas en condiciones de pobreza—.

Trump lleva nueve años sonorizando esas ideas; enfrentando a grupos de la sociedad. Ha revivido la vieja dicotomía entre civilización —los blancos, estadounidenses, republicanos— frente a los bárbaros —inmigrantes de cualquier país, pero ha sido especialmente agresivo con nosotros—.

Pensemos, ahora, en el grave problema migratorio en la frontera con nuestro país.

Por si fuera poco, Trump insistió todo el fin de semana en la necesidad de revertir la prohibición de la portación de armas, que fue aprobada por la administración Biden. Trump incitó a los estadounidenses a que defendieran su derecho a defenderse, a tener armas en casa y, especialmente, a restablecer el derecho a portar armas.

Más alarmante aún, fue el video que publicó en su red social Truth Social en el que explicó lo que pasaría al día siguiente del triunfo de Trump: “¿Qué sigue para Estados Unidos?”: “¡Auge económico!”, “la frontera está cerrada”, “15 millones de extranjeros ilegales deportados”. El video fue eliminado el martes por la mañana.

Todo esto debe preocuparnos y ocuparnos más. En un mundo tan polarizado, Trump ha estado alimentando a los demonios y está dispuesto a ponerlos al frente de su administración: en contra nuestra.

¿Cómo vamos a defendernos frente a esto? De una sola manera: con firmeza, con unidad y sin titubeos; merecemos un gobierno que esté dispuesto a dar esta batalla con y por nosotros.