Valeria Villa

Fantasías de pareja

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Las fantasías tienen cierta relación con la realidad y están hechas de deseos y de miedos. Lo que deseamos y lo que tememos da lugar a nuestras fantasías. Hoy sabemos que existen las conscientes y las inconscientes; infantiles, adolescentes, adultas, de pareja, entre muchas otras.

La primera experiencia de pareja que tenemos es la díada primaria de la madre con el bebé. Las fantasías que aparecen a lo largo de la vida, tienen elementos de las fantasías del bebé: de simbiosis o unidad perfecta en la que dos son uno; de protección y amor incondicional, como el que provee una buena madre cuando escucha el llanto de su hijo. A veces somos adultos atrapados en el narcisismo primario, ése que nos vuelve demandantes de mirada, atención, contención, amor. El paso al narcisismo secundario se reconoce por la capacidad de construirnos en y con los otros. Cumplir años no es garantía de esta transición psíquica. Hay niños atrapados en el cuerpo de un adulto.

Las fantasías de pareja suelen formarse en la adolescencia, cuando aparecen intensas necesidades de vínculos emocionales fuera de la familia. La adolescente suele sentirse insegura de su cuerpo, de la belleza de su cara, de su inteligencia y de poder ser única para alguien. Encontrar un amor perfecto que borre todas las inseguridades es la fantasía que más se repite durante esta etapa.

Cuando se rompe una relación amorosa surgen muchas fantasías, la más común es pensar que en la siguiente relación no se cometerán los mismos errores y se colmarán todos los deseos que se quedaron pendientes en la que terminó. También cuando la relación es insatisfactoria, la fantasía tiene una función compensatoria de la frustración. El tema central sobre el que se organiza la pareja es el narcisismo. En 1914, en Introducción al Narcisismo, Freud describió dos direcciones de las cargas emocionales: hacia sí mismo y hacia el otro. Algunas personas sienten que estas direcciones no pueden ocurrir de forma simultánea, de modo que si se pone la energía en el otro, se abandona el sí mismo como si no fuera posible amarse y cuidarse a sí mismo sin antes abandonar al otro. Un tema derivado del narcisismo es el egoísmo, que es una representación parcial y utilitaria del otro. Por otra parte, el egocentrismo es una idealización del sí mismo en detrimento de la imagen que se tiene de los demás. La tríada de narcisismo primario, egoísmo y egocentrismo son venenos para la relación de pareja. Pensar que el otro está a nuestra entera disposición es un ejemplo de narcisismo primario: una persona/cosa que se quita y se pone a conveniencia, de quien se espera comprensión total y que no debe pedir nada. Es frecuente que, sobre todo los hombres, se quejen de que las mujeres les reclaman demasiada atención y los alejan de las metas grandiosas que deben cumplir.

El amor de pareja es más viable y más sano en la medida que se trate de dos personas totales, enteramente diferenciadas la una de la otra. Si se pudieron internalizar los cuidados recibidos en etapas tempranas, se será capaz de cuidar del otro sin resentimiento. La alternancia entre ser cuidado y cuidar es un rasgo distintivo de una relación de pareja adulta y satisfactoria.