Bernardo Bolaños

Planes A y B para la Ley de Ciencia

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La lección del sexenio, en materia de leyes disputadas, es que la polarización legislativa produce juegos de suma cero, en los que un grupo gana todo y el otro pierde completamente.

No moverle ni una coma a la iniciativa de Reforma Eléctrica del Presidente, resultó en la impugnación de la misma con éxito en tribunales, por la oposición. La senadora Xóchitl Gálvez ha dicho que se pudo haber rescatado a la CFE. Quizá se pudo haber moderado el pago del llamado precio marginal a los generadores privados. Pero en el Gobierno se optó por el todo o nada y mal les fue.

En el caso de la Reforma Electoral, ocurrió a la inversa. El 13 de noviembre del 2022, miles de ciudadanos marcharon al grito de “¡el INE no se toca!”. Parte de la llamada sociedad civil, junto con los partidos de oposición, optaron por rechazar de tajo una reforma tardía al sistema electoral. Ello derivó en el Plan B del Presidente, con reformas meramente legales, no constitucionales, pero que afectan gravemente al personal y recursos del INE. Peor aún hoy, hay incertidumbre para la organización de las elecciones presidenciales del 2024. Ni siquiera se trata de un juego de suma cero en el que hay ganador y perdedor. ¡Todos perdemos!

No me gusta ese estilo revanchista, pero ya deberíamos haber aprendido que rechazar en su totalidad la siguiente reforma, puede resultar en algo peor o, al menos, más radical, en el afán de austeridad y combate a las instituciones autónomas.

Ahora es la Ley de Ciencia. Coincido en rechazar que la iniciativa excluya la participación de universidades e investigadores en la Junta de Gobierno de Conacyt. Pero Morena y compañía tienen los votos para modificar la ley. Evitar lo peor requiere de negociar. ¿Qué necesidad de desviar la discusión, que debe ser sobre gobernanza en política científica, cuestionando la opción del actual Gobierno por la agroecología y el reconocimiento de saberes ancestrales de los pueblos originarios? A los duros cuestionamientos del Dr. Antonio Lazcano, contra las preocupaciones de la Dra. Álvarez-Buylla suele seguir una andanada de científicos-trolls llamándola “elotera” y otros insultos. Se injuria con ello a gran parte de la población mexicana. Me declaro elotero.

¿Los centros de investigación pueden correr la suerte del INE? Sí, pregúntenle al CIDE. Pueden armarse planes B, C y D para ellos. Una vez asistí a una mesa sobre gobernanza ambiental del CEDLA. Era un centro holandés de investigación autónomo. Ante la crisis, lo adscribieron a la Universidad de Ámsterdam. Los centros Conacyt podrían ser asociados a las universidades con el argumento de que sus miembros quieren autonomía. O bien, algunos simplemente podrían ser liquidados, abierta o simuladamente. Sería un error grave que debemos prevenir. No es malo para el país cultivar, como hoy, centros de excelencia que ofrezcan movilidad social a estudiantes con indudable vocación científica (y capital cultural y social, eso es cierto). Pienso en Francia y sus “grandes écoles”, de las que me beneficié, asistiendo a veces, aunque yo estudiara en la plebeya Sorbona.