Valeria Villa

Fleishman is in trouble: Nada es lo que parece

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Ésta es la historia de un hombre recién divorciado a quien su exesposa le deja a los niños un fin de semana para después desaparecer. Así comienza la historia de Toby Fleishman (esta estupenda serie es producida por FX y se puede ver por Star+). Toby se enfrenta a los retos de la paternidad, al vértigo de volver a salir con mujeres que conoce en aplicaciones de citas y al caos en el que se convierte su vida cuando Rachel, la madre de sus hijos, desaparece.

La historia increíblemente escrita, contada y actuada es una reflexión muy contemporánea sobre la vida en pareja, el desgaste del amor, el final de la juventud y lo que pasa cuando aparecen diferencias importantes, casi siempre el aburrimiento y las crisis existenciales que trae la llegada a la mediana edad. Rachel elige a Toby porque se siente aceptada por él, porque a él no le importa de dónde viene ni si tiene dinero o no. Aunque tiempo después comienza a pensar que Toby no tiene aspiraciones y deja de admirar al médico que lleva 15 años estudiando y trabajando en un hospital porque ama lo que hace. Las ambiciones económicas y sociales de Rachel provienen de todas sus inseguridades, de su infancia entre niñas ricas siendo ella pobre y huérfana. Después de 13 años de matrimonio, Libby (amiga de Toby) está deprimida, aburrida, sintiendo que ha dejado de ser ella. Duda de todas las decisiones que la llevaron a dejar de vivir en Nueva York, casarse y volverse madre. Su vida transcurre entre vecinos que sólo hablan sobre los hijos y sobre las mejoras que le han hecho al garaje o al cuarto de televisión. Se siente superior intelectualmente y un bicho raro entre esta gente más simple.

Fleishman Is in trouble aborda los juicios sumarios a los que se somete a la pareja para decidir quién es una buena madre, un buen padre, una bonita familia, una vida valiosa. Toby es el bueno de la historia y se vuelve ciego por enojo y resentimiento a las razones por las que Rachel trabaja tanto y nunca está en la casa. El marido perfecto, el idealista, el buen padre, es también un hombre intolerante y colérico, que comienza a odiar a su mujer y al medio social en el que lo obliga a participar. La serie también aborda las elecciones que hacen las mujeres, para las que integrar familia y trabajo es una tarea mucho más difícil. Para reparar a la niña que no tenía nada, Rachel se vuelve parte de un grupo de mujeres ricas que han heredado su riqueza y la han multiplicado al casarse con otros hijos del nepotismo. En el fondo estos matrimonios desprecian a Rachel por trabajar tanto y a Toby por ser un simple médico. Rachel los desprecia y los envidia. Su entrada traumática a la maternidad se queda sin procesar y después aparecen las consecuencias.

El divorcio parece el camino para volver a empezar, para recuperar algo perdido del yo. La gran premisa de la serie es que nadie es inmune al paso del tiempo y que todos cambiamos y dejamos de algún modo de ser los que fuimos. La gente confunde su tristeza con la persona que tiene más cerca. Pueden pensar, ilusamente, que si se separan volverán a ser quienes fueron. La crisis de los cuarenta es difícil porque reta la supuesta estabilidad que se tendría que haber alcanzado en ese momento. Las decisiones ya no son ilimitadas y la juventud se va extinguiendo. La gente se enamora en un momento en el que todo es resplandeciente. Ese momento fundacional sostiene a las parejas durante algún tiempo. La pareja cambia y se hace necesario recordar por qué se eligieron en un principio. El pánico del divorcio, el pánico de pensar en el futuro, sobrevivir el dolor, morirse de soledad o morirse de esperanza que nos lleva a intentarlo de nuevo a pesar de todo lo que sabemos. 

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