Jacqueline L'Hoist Tapia

Un cuartito en renta y tantas mil familias desplazadas

HABLANDO DE DERECHOS

Jacqueline L'Hoist Tapia*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Jacqueline L'Hoist Tapia
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Un departamento de algunos metros cuadrados en planta baja, un baño, una cocineta y una cama, en un piso en el que hay que ir a gachas porque no tiene altura.

El “departamento” solía servir como lugar de trabajo y vivienda para la conserje del edificio. La administración decidió prescindir de sus servicios y ponerlo en renta: 10 mil pesos al mes. Así me cuenta Leticia Real la historia de su edificio y quien me motivó el texto.

En un año, en la CDMX, los precios cambiaron, las rentas cambiaron y a los vecinos del edificio también los fueron cambiando. De entre los que la conserje conoció por años, nos dijo que sólo quedaban dos hombres, los que viven solos, los de más riqueza y tono de piel blanca. “Claro que ya lo veía venir, pero no hasta en mi cuartito”.

La ciudad está experimentando un gran proceso de movilización social conocido como gentrificación. Lo explicamos: después de la pandemia y el boom del teletrabajo, a algunas colonias como Condesa, Roma o Centro, empezaron a llegar “nómadas digitales”: extranjeros que encuentran lugares tranquilos, atractivos y baratos.

Su llegada no está mal por sí sola: crea empleos, atrae inversión y fomenta el desarrollo urbano. Pero esta dinámica ha traído muchos problemas económicos y sociales, afectando a las poblaciones más vulnerables. Por una parte, en las colonias receptoras, hemos visto cómo se desarrollan otros comportamientos que afectan la cultura y población local: lugares donde los precios y menús se presentan en dólares y en inglés.

Por otra parte, con su llegada, los precios de vivienda y servicios se encarecieron brutalmente, causando una ola de desplazamientos sucesivos. Por ejemplo, según el Programa General de Ordenamiento Territorial de la Ciudad, en la Condesa, el costo de la renta subió 60% en un año: pasó de 17,800 a 28,500 pesos de 2021 a 2022.

A los habitantes que no les alcanza (porque, claro, ganan en pesos y no en dólares), tienen que buscar vivienda en sitios más baratos o con menor calidad de vida, lo que a su vez encarece y genera desplazamientos en esos lugares.

Así, sucesivamente, tenemos que 20 mil hogares son obligados a moverse a zonas más cercanas a la periferia cada año, y a que 7 mil familias han terminado instalándose en zonas de alto riesgo. Más aún, considerando que sigue siendo población que labora presencialmente en la capital y debe tomar trayectos más largos para llegar a sus trabajos, complica la movilidad y calidad de vida de la ciudad en general.

En el caso de las mujeres, el impacto es muy grave ya de por sí con pocas oportunidades laborales, menores ingresos y, por lo tanto, mucho menor acceso a la propiedad. Esto las hace mucho más vulnerables ante los efectos del desplazamiento: verse obligadas a mudarse a zonas que dificulten aún más su acceso al trabajo, que las exponen a mayores riesgos en sus traslados, o donde pueden verse más afectadas por las condiciones de violencia e inseguridad preexistentes. Ése es el efecto diferenciado de la gentrificación.

Es crucial que el Gobierno de la Ciudad de México considere el efecto diferenciado de la gentrificación y adopte políticas públicas que promuevan el desarrollo y la calidad de vida, no sólo para los extranjeros y propietarios de múltiples airbnbs, sino para las miles de familias y personas de grupos vulnerables, cuyos derechos son continuamente… desplazados.