Valeria Villa

Pensamiento mágico

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa
Valeria Villa
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En Tótem y tabú (S. Freud, 1913) dedica un apartado a explicar el animismo y su relación con la magia y la omnipotencia del pensamiento. El animismo es una cosmovisión que cree en la existencia del alma y en que ésta puede abandonar el cuerpo e incluso ocupar otro, como en la reencarnación. Esta doctrina se relaciona con creencias que dan un carácter mágico a ciertos eventos, como cuando se culpa de eventos indeseables a la mala suerte, haberse levantado con el pie izquierdo, tirar la sal, pasar debajo de una escalera, brindar con agua, etc. Estas ideas intentan explicar el mundo pero también se relacionan con la necesidad de controlar a los hombres, a los animales y a las cosas, mediante la magia y los hechizos, que sirven para proteger al hombre de sus enemigos e incluso hacerles daño. Más personas de las que nos imaginamos recurren al vudú, a la magia blanca o negra, para intentar controlar la realidad. Son negocios redondos la venta de velas, libros de ángeles, lecturas del tarot y muchas otras prácticas animistas, porque es preferible creer que se tiene algo de control sobre la realidad que enfrentarla como es.

Freud habla también de la omnipotencia del pensamiento, que es característica de los niños, que piensan que si le desean la muerte a alguien la pueden provocar. También es una forma de pensar con carga narcisista de aquel que cree que lo que piensa es la verdad o se hará verdad. Los cultos a la omnipotencia del pensamiento se convierten en ideologías de superación personal que afirman que si deseamos algo y lo ponemos en nuestra mente, ocurrirá. Se sobreestima el pensamiento por encima de la realidad y lo que se pone en juego es el narcisismo de la persona: si yo lo pienso, debe ser verdad. Freud apunta en este famoso texto, que las personas pueden ubicarse en la fase animista, en la religiosa o en la científica. La última, aunque no infalible, es la que más nos puede acercar a la realidad, con todo y la subjetividad inevitable.

Tal vez resultaría más fácil resolver los conflictos de la existencia con magia, hechizos, tarot, hipnosis, sugestión, fanatismos, prácticas religiosas, que aceptar que no tenemos el control total sobre nuestra mente y que aunque podamos razonar un asunto doloroso, entenderlo no es superarlo ni cambiarlo. La mente no es tan poderosa ni tan controlable como quisiéramos y tiene un elemento de misterio siempre presente. Hacemos cosas que aparentemente no queríamos hacer o decimos una cosa por otra o repetimos y repetimos patrones de conducta que nos alejan de Eros, de la vida. El juego y el arte median entre la realidad y la fantasía y nos permiten acceder a lo bello y a la improvisación. El desamparo de la incertidumbre no tiene cura mágica pero tampoco nos alcanza la razón. Una de las grandes aportaciones del psicoanálisis a la vida cotidiana es invitarnos a aceptar el misterio, a intentar resolverlo pensando, soñando, fantaseando, hablando, expandiendo el yo, mente y cuerpo. Cualquier intento por controlar el destino y a los otros mediante la magia, los hechizos, la adivinación del futuro o la religión, son pretextos para hacer negocios millonarios ofreciendo curas rápidas para la angustia y el sufrimiento psíquico en todas sus manifestaciones.