Con el perdón de los elefantes

Con el perdón de los elefantes
Por:
  • David Leon

Acemoglu y Robinson, en su libro ¿Por qué fracasan los países?, sostienen que su fracaso se debe a las características de sus instituciones, débiles y extractivas, que atienden sólo a ciertos sectores de la población. Es decir, privilegian a pequeños grupos con los que comparten intereses, olvidando al grupo mayoritario de la población.

Las instituciones están conformadas por personas y se definen por las características y perfiles de los mismos. Las de mejor desempeño son aquellas que logran atraer al mejor talento, que a su vez les permite tomar las decisiones más adecuadas y diseñar y llevar a la práctica los procesos más eficientes y productivos.

Las instituciones del sector público mexicano están compuestas por cerca de 5.4 millones de mexicanos, que laboran en los tres niveles de Gobierno. Este sector, que brinda un gran número de empleos, en muchas ocasiones no se ha preocupado por integrar sus estructuras con los mejores perfiles y, a su vez, no cuenta con procedimientos adecuados para alcanzar altos estándares de desempeño.

El Presidente López Obrador en repetidas ocasiones ha comparado al Gobierno con un elefante reumático al que le cuesta trabajo moverse. Al hacer esta analogía, el primer mandatario busca ilustrar la dificultad que implica llevar a cabo las acciones que se desencadenan al dar una instrucción o tomar una decisión.

El Presidente no se equivoca, incluso probablemente se queda corto. El elefante no sólo está reumático, sino también está enfermo; se le ha trepado al lomo fauna nociva que lo debilitó y controló por enormes periodos. Nuestro elefante tiene todavía algunas partes del cuerpo sanas y vigorosas, pero gran parte de los órganos de sus aparatos y sistemas se encuentran completamente atrofiados.

La lentitud, falta de eficiencia y el burocratismo se han apoderado de nuestras instituciones del sector público, provocando un rezago importante en diferentes carteras. La aplicación de una solución para el ciudadano tiene detrás un cúmulo de oficios, llamadas telefónicas, sellos, firmas, autorizaciones y demás gestiones que la hacen demasiado lenta.

Esto que pudiera parecer solamente un tema administrativo y gerencial es mucho más que eso y sus efectos se traducen en bajo crecimiento económico, desigualdad, pérdida de vidas humanas y bajos niveles de servicio, entre muchas otras.

La simplificación de los procesos, la mejora regulatoria, la profesionalización de los funcionarios, el rescate de la vocación de servicio, la honestidad y la capacidad de cada uno de ellos es lo que permitirá dar mejores soluciones a los ciudadanos.

Sin duda, la presente administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador ha emprendido un esfuerzo por adelgazar la estructura de Gobierno, acabar con la corrupción y terminar con los discursos para hacer que las cosas realmente sucedan. El camino en este proceso será largo; sin embargo, sólo a través de un equipo más ágil, serio, profesional y capacitado se logrará recobrar la confianza de los ciudadanos y construir el Gobierno que necesitamos.