El eterno debate de las princesas

El eterno debate de las princesas
Por:
  • jacqueline tapia

Resulta que Disney hará su próxima película de animación de acción real sobre el cuento de La Sirenita. Seguramente muchas y muchos recordamos el clásico de 1989, en el que pasamos de cómo nos la imaginábamos, según el cuento Den Lille Havfrue, de Hans Christian Andersen, publicado el 7 de abril de 1837, a la descripción que hizo de ella Disney.

Pero pocas personas saben que antes hubo una versión japonesa en 1975, de la productora Toei Animation; y aunque Andersen nunca le puso nombre a la princesa, Toei la llamó Marina; mientras que Disney la llamó Ariel. Marina es una sirena rubia y Ariel es pelirroja.

No deja de llamar la atención la polémica en redes sociales en torno a la designación de Halle Bailey como la intérprete de Ariel; y es que Bailey es una mujer afro. Hecho que en una sociedad incluyente y sin prejuicios sobre la apariencia de las personas debería pasar inadvertido. Es decir, qué más da el tono de la piel y los rasgos de una persona. Sin embargo, esta discusión en redes sociales ha puesto de nuevo en la punta del debate el tema de los estereotipos y de cómo creemos que debemos vernos las personas, incluyendo a las princesas, aunque sean de cuento.

La discusión en redes incluyó mensajes de quienes veían la añoranza de su infancia perdida y se cuestionaban: “Qué va a ser ahora de mi infancia; siempre crecí con una imagen de Ariel”; hasta mensajes racistas de “cómo una negra de princesa”. Pero los que más llamaron mi atención no fueron éstos, sino aquellos que argumentaban por cualquier motivo por qué no podía ser afro, aclarando que no eran racistas: “Yo no soy racista, pero científicamente no puede ser afro”, “¿científicamente?, ¿de verdad?, pero si es un cuento”, le respondía otro. “Los cuentos de princesas para las niñas son un referente, al ser afro ya no lo serán”; “y qué me dices de las niñas afro, que siempre han jugado con princesas blancas”, hubo quien respondió.

Y es que aunque mucho se ha escrito sobre lo absurdo que es el racismo, lo cierto es que en la cotidianidad somos capaces de molestarnos por algo intranscendente, como la imagen de una princesa de un cuento por ser afro. Y es por eso que el hecho no nos debe pasar inadvertido, porque cuando una sociedad se cuestiona el color de la piel de una persona para interpretar la imagen tan estereotipada como el de una princesa es, sin duda, que seguimos inmersos en el racismo y el clasismo.

La noticia de California, donde recientemente se dice que se prohíbe discriminar por el cabello afro o rasta, nos pone en evidencia la realidad de lo que como sociedad nos impacta en la imagen de las personas y cómo se ha convertido en algo aspiracional el “cómo nos vemos”.

Esta ley fue aprobada por unanimidad y redactada por la senadora demócrata de Los Ángeles Holly Mitchell, quien declaró: “Esta ley protege a los californianos afro para que elijan llevar el cabello en su forma natural, sin presión de cumplir con normas eurocéntricas” .

Hay quienes pensarían que no hay discriminación en discutir la imagen de la protagonista para un cuento, pero lo cierto es que la discriminación es estructural y somos capaces de llevarla hasta a los cuentos.