El arrepentimiento, el perdón y la inevitabilidad de cometer el mal

El arrepentimiento, el perdón y la inevitabilidad de cometer el mal
Por:
  • guillermoh-columnista

1.-Recordemos la historia espantosa que se cuenta en la novela de William Styron Sophie’s Choice (1979). Sophie y sus dos hijos son prisioneros en un campo de concentración. Un comandante nazi le impone a la madre el siguiente dilema fatal: o ella escoge cuál de sus dos hijos morirá o morirán los dos.

2.- Desde una perspectiva filosófica utilitarista, lo moralmente correcto es que Sophie elija salvar la vida de uno de sus hijos, en vez de dejar que mueran los dos. Esto se desprende de la regla de que el bien es lo que produce más bienestar al mayor número de personas. Sin embargo, Sophie todavía tiene que decidir a quién ha de salvar, al niño o a la niña. Ante esta disyuntiva, el filósofo utilitarista le ofrece otra regla: lo moralmente correcto es salvar a quien tenga la mayor probabilidad de sobrevivir. Se supone que quien cumple la condición es el varoncito. Entonces, lo moralmente correcto, según el filósofo utilitarista, es que Sophie salve al niño. En la novela, ésa es la decisión de Sophie.

3.- A pesar de que el filósofo utilitarista trate de convencer a Sophie de que su decisión fue moralmente correcta, ella vive poseída por el arrepentimiento más atroz. Así es la condición humana. Aunque no seamos culpables de que alguien haya sufrido por nuestra culpa, muchas veces nos sentimos mal por ello. Si yo voy manejando responsablemente y de repente una persona atraviesa la calle sin precaución, no dejo de sentirme mal por las heridas que le causé, aunque sepa que no soy culpable del accidente.

4.- Pero no todos se arrepienten. Hanna Arendt acuñó el concepto de la “banalidad del mal” para describir a las personas que hacen males terribles sin sentir arrepentimiento. El oficial nazi que colocaba a los prisioneros en los trenes simplemente “obedecía órdenes”, ni siquiera aceptaba su parte de culpabilidad. Me preocupa que el utilitarismo filosófico a veces quede muy cerca de cierto tipo de banalización.

5.- Si el filósofo utilitarista piensa que su solución del dilema fatal de Sophie le ayudará a ella a sentirse mejor, se equivoca rotundamente. Sophie se arrepiente de lo que hizo y se arrepentiría de cualquier cosa que hubiera hecho o dejado de hacer en esa circunstancia.

6.- Para el filósofo utilitarista hay una solución moralmente correcta al dilema de Sophie. Pero hay otras teorías éticas que dirían que ese dilema no tiene una solución moralmente correcta. Cualquier cosa que decida Sophie será malo: elegir que mueran sus dos hijos o elegir que muera uno de ellos. Sophie está enfrentada a una situación trágica.

7.- No obstante, aunque Sophie no tenga una salida moral a su dilema puede y quizá debe ser perdonada. Después de todo, ella también es una víctima. Lo más difícil, sin embargo, no es el perdón de la sociedad, sino el perdón que ella se dé a sí misma. Mientras no lo haga, seguirá sufriendo. En la novela de Styron ella se suicida.

8.- La inevitabilidad de cometer el mal es uno de los misterios más profundos del universo. El problema metafísico ya no es solamente el de la existencia misma del mal, sino el de que hay ocasiones en las que no hay manera de dejar de perpetrarlo. Quizá por lo mismo, la muerte de un recién nacido nos parece tan injusta. Un bebé es inocente, no ha pecado. Usted y yo, lector, sí hemos pecado, a veces por maldad, otras veces, quizá, porque no tuvimos otra opción.

9.- Estoy convencido de que hay actos espantosos que deben ser perdonados. Por ejemplo, los sobrevivientes de los Andes que comieron carne humana para sobrevivir hicieron algo moralmente execrable, pero merecen el perdón. Sin embargo, hay otros actos semejantes que no merecen ser perdonados; es decir, que pueden pero no deberían perdonarse. Nos resulta casi imposible perdonar a quien mató a un niño para comérselo durante una hambruna. Es mejor dejarse morir que cometer semejante crimen.

10.- Los límites de la ética son los límites de la razón humana. Hay cosas que nuestra razón no entiende, que nunca podrá entender. La ética, por lo mismo, no puede pretender ser omniabarcante e infalible.