El cine del fin del mundo

El cine del fin del mundo
Por:
  • mauricio_flores

Todas las salas de cine del país pararon desde el 25 de marzo pasado, dejando en suspenso 225 mil empleos en una cadena de valor intelectual y económico que ha dado lustre mundial a México; el regreso a la “nueva normalidad” de la industria que representa Fernando Fuentes, podría semejar a esas películas posapocalípticas en las que la civilización resultante de algún desastre (aquí ya sabemos cuáles son tales desastres) no tienen garantía alguna de continuidad…

Pero, sin embargo, en esas pelis —como sucede en la industria de exhibición, distribución y producción— los protagonistas buscarán la manera de perdurar ya sea con el apoyo u oposición de amigos/enemigos nuevos y antiguos, asegurando a los espectadores buenos sustos, risas y hasta alguna lágrima. Y la primera batalla, nada fácil en un entorno dominado por la incertidumbre sobre los plazos del “semáforo sanitario” presentado por el secretario Hugo López-Gatell, es la dramática renegociación de rentas de salas de exhibición.

Y no está sencillita. En el fondo implicará, a escala global, una deflación financiera que modifica las escalas de valor de casi todas las actividades. Pero antes de llegar ese “compló galáctico”, se debe observar en close-up retrospective a los arrendadores de las salas de cines, a los dueños de las plazas comerciales donde los fines de semanas millones de personas solían reunirse despreocupadamente.

Uno de esos arrendadores es Fibra Uno, de Moisés y André El-Mann (involucrados en el culebrón de servicios sobrefacturados al Infonavit llamado “Quién se robó mi queso”), acordaron con Cinépolis, de Alejandro Ramírez, con Cinemex que conduce Rogelio Vélez, Cinemas Henry, de Roberto Henry, Citicinemas, que lleva Blanca Palazuelos, y con Cinemagic, de Andrés Capdepon, cobrarles renta en función del aforo promedio anual histórico de gasto por cliente.

Pero ese acuerdo ya no se sostiene a partir del 15 de junio pues las salas se llenarán en el mejor de los casos al 50% (60% en julio, probablemente) y con menos funciones dada la necesidad de invertir más tiempo en la sanitización de salas.

Efecto Mariposa. Fibra Uno bursatilizó las rentas de sus plazas comerciales como si el aforo fuera creciente y seguro; así lo compraron los fondos de pensiones y tesorerías en todo el mundo. Ahora las plazas no se llenarán ni tampoco los cines; cobrar las elevadas rentas que cobraban a comercios y cines es inviable: una renta elevada quiebra cines y comercios, una plaza sin cine es tan tractiva como un funeral.

Multipliquemos el caso de Fibra Uno por el de otros arrendadores de espacios como Walmart, que lleva Guilherme Laureiro, Chedraui, de Antonio Chedraui, Liverpool, de Francisco Guichard, Soriana, de Ricardo Martín Bringas, GICSA, de Abraham Cababie, Danhos, de José Daniel Kabazz, o Acosta Verde, de Jesús Acosta. Y esto es sólo el caso de México.

La función debe continuar. ¿Qué estrenos habrá este verano en el cine? Nadie se viste de gala para ir a un Oxxo. Así que los grandes estudios fílmico de cine decidieron enviar sus mejores películas a finales de verano a México cuando mejore el aforo a las salas pues su ganancia está en función de la taquilla. Por ello Mulan, la nueva del Agente 007 y la nueva peli de La Mujer Maravilla, serán para junio o agosto. Sí los cines abren tentativamente el 15 de junio, ¿qué exhibirán entre tanto? ¿Churros infumables? Además está por verse sí las personas corremos al cine o gana el miedo al Covid-19. Por cierto, el equipo de Germán Larrea en Cinemex ya la pensó a fondo y analiza en serio relanzar el modelo de autocinemas. ¿Do you remember?