Reflexiones del desabasto

Reflexiones del desabasto
Por:
  • juan_ramon_moreno

El desabasto de hidrocarburos que se vive en nueve estados del país deja importantes aprendizajes que la actual administración debe interiorizar para evitar repetir errores a lo largo del sexenio.

Sobre la confianza. La confianza es uno de los principales pilares de las sociedades contemporáneas. Empresarios e inversionistas destinan recursos a proyectos de largo plazo porque confían en que en el futuro podrán cosechar los beneficios generados; los ciudadanos cooperan con sus gobiernos porque confían en que habrá un retorno futuro: seguridad y servicios públicos, certidumbre y estabilidad.

La certidumbre (en el presente) y la confianza en el futuro permiten a los individuos planear y trasladar recursos en el tiempo (invertir), lo cual genera crecimiento económico, empleos y recaudación: bienestar. Por eso, un gobierno que provoca incertidumbre afecta directamente las posibilidades de desarrollo de la sociedad: los individuos que dejan de confiar en la gestión gubernamental también confían menos en el futuro (mientras esa administración esté al mando), por lo que estarán menos dispuestos a invertir y a cooperar.

Un gobierno que decide combatir frontalmente el robo de hidrocarburos debería aumentar la confianza de sus ciudadanos. Pero ocurre lo opuesto si su estrategia es ineficiente, si no hay detenidos por el robo que se denuncia, si provoca el desabasto de un insumo del que (desafortunadamente) todo el país depende, si pretende desestimar ese desabasto y si nadie en el gabinete asume una postura seria al respecto. ¿Se comportarán igual ante crisis más graves?

Sobre el flujo de información. Mantener la confianza no implica que los gobiernos deban abstenerse de ejecutar medidas controversiales o impopulares. Lo que sí resulta vital, es hacer un manejo adecuado del flujo de información cuando se decida implementar ese tipo de medidas: si la ciudadanía es debidamente informada, enfrentará menor incertidumbre, podrá planear su reacción y, en principio, se mermará menos su confianza.

Es de aplaudirse que el Presidente decida combatir el robo de hidrocarburos, el problema está en que surgió un efecto secundario negativo y el gobierno pretendió opacar la información al respecto: no se informó que la estrategia elegida podría generar desabasto; una vez que se supo del desabasto, se pretendió negar; cuando fue imposible hacerlo, no se explicó qué acciones concretas se están tomando para enfrentar el problema, ni cuándo debería quedar resuelto.

Sobre las consecuencias. Las compras de pánico no se van a terminar porque el Presidente así lo solicite a los ciudadanos. De hecho, si un Presidente pide no hacer compras de pánico, parece haber buenas razones para hacer compras de pánico. Así reaccionan los individuos ante la incertidumbre y la desconfianza. Las compras de pánico y el malestar se van a controlar cuando el gobierno tome la responsabilidad de satisfacer la demanda informativa: qué está ocurriendo, cómo se está solucionando y cuándo va a regresarse a la normalidad.