Jeffrey Epstein: un sospechoso suicidio

Jeffrey Epstein: un sospechoso suicidio
Por:
  • valeria_lopez_vela

Jeffrey Epstein se suicidó el 11 de agosto de 2019 y las causas de su muerte siguen causando dudas. Hasta este momento, el FBI ha sostenido que Epstein se suicidó con las sábanas de su celda. Esto es verosímil pero improbable por las condiciones de seguridad de la prisión y porque, de acuerdo con el protocolo de seguridad, no podía quedarse sin supervisión tras el intento de suicidio del 23 de julio.

El suicidio de Epstein ocurre en circunstancias sospechosas: estaba bajo vigilancia especial tras el primer intento de suicidio; uno de los guardias que vigilaba esa noche a Epstein, no era un oficial de planta del centro penitenciario sino un trabajador temporal; los registros muestran que no se realizaron las revisiones cada 30 minutos que estaban ordenadas. Además, el hermetismo del caso —no sabemos si hay videos de la celda o de los pasillos— eleva las suspicacias.

Por ello, las investigaciones han continuado. Hace unos días, los guardias encargados de la seguridad del magnate fueron puestos a disposición judicial, por no cumplir el protocolo y falsificar los documentos.

Por su parte, el hermano de Epstein contrató a un patólogo forense quien sostuvo que las lesiones encontradas en el cuerpo son inusuales en casos de suicidio y comunes en casos de estrangulación. Así, el Dr. Michael Baden insistió en que las fracturas no correspondían con un evento suicida.

Además, los nombres de los amigos poderosos de Epstein posiblemente estén implicados en delitos sexuales. Hay acusaciones de 16 mujeres quienes aseguran haber sido víctimas de Epstein y de sus amigos; entre los nombres más sonados está el del príncipe Andrés, de Gran Bretaña, quien ha dado una entrevista en la que explica su cercanía con el traficante de menores.

De Epstein hay que recordar que era un delincuente que evadió a la justicia a billetazos, pues era un violador de menores. Además, que su encanto social consistía en organizar encuentros sexuales para hombres ricos, en los que los delitos sexuales se ofrecían con champagne y postre; la ley llama a este tipo de eventos: tráfico sexual de menores.

Nuevamente, tendremos que preguntarnos ¿quién se beneficia con la muerte de Jeffrey Epstein? Hay tantos nombres de personas con posibilidades —dinero e influencia— que podrían haberlo ordenado que la Fiscalía tiene la obligación de hacer investigaciones exhaustivas.

La muerte de Epstein lo salva del juicio, la condena y el escarnio. Le evita escuchar los reclamos de sus víctimas. También protege a otros hombres ricos a los que “convidó” a sus reuniones a costa de la dignidad de las víctimas. Para ellas sólo queda la reparación monetaria que, nadie lo dude, nunca es suficiente.

El suicidio de Epstein no repara la vida de las víctimas: no les devuelve la dignidad robada, ni revierte las secuelas de los ataques. Pero protege a un grupo de poderosos y oculta el funcionamiento de una red de abuso de menores.