Llevan al séptimo arte la vida del creador de El señor de los anillos

Llevan al séptimo arte la vida del creador de El señor de los anillos
Por:
  • jesus_chavarria

Dada la trascendencia del legendario responsable de los portentos literarios que representan El Hobbit, El Señor de los Anillos y El Silmarillion, se hubiera esperado que la adaptación de su vida a la pantalla grande fuera una producción de envergadura mayor y aspiraciones artísticas más arriesgadas; sin embargo, por desgracia no es así, aunque hay que reconocer que el director Dome Karukoski —Tom of Finland (2017)—  fanático declarado de la obra del legendario escritor J.R.R. Tolkien, al menos entrega un trabajo decoroso, de manufactura impecable y hasta interesante.

Transitando con soltura a dos bandas, entre la realidad de un joven sumergido en los horrores de la Gran Guerra —que luego sería conocida como la Primera Guerra Mundial—, y los pasajes referentes a su infancia y adolescencia, el relato va dimensionando a la persona detrás del icono a través de situaciones usuales y un tanto predecibles, pero efectivas y con la necesaria carga emocional.

Su evidente inclinación hacia las ramas del arte, misma que compartía con quienes además de ser sus amigos inseparables, formaría un club para desfogar el peso de las exigencias académicas y familiares, su precaria situación económica que le empujaría a depender de las becas para seguir estudiando; y por supuesto, su primer e imposible gran amor; todo está ahí, contado en un tono idílico y con una cuidadosa propuesta visual, encontrando momentos conmovedores, pero sin salirse de los lineamientos propios que ducha el género.

Es sólo la inclusión de ciertos elementos fantásticos salidos directamente del universo creado en los libros del personaje en cuestión, y que se hacen presentes de manera fugaz, ya sea en el reflejo del agua acumulada en el piso o detrás de una nube de gas en el campo de batalla, lo que junto con frases que esclarecen la naturaleza del lenguaje y la importancia que habrán de cobrar en sus procesos creativos, lo que logra que la película se ponga un tanto por encima del promedio, pero eso es todo. El sentido épico, la evocación y la poesía, la grandilocuencia proveniente de la Tierra Media, no hacen acto de presencia.

Por supuesto, se agradece la convicción de la interpretación de Nicholas Hoult —X Men: Dark Phoenix (2019)— y Lily Collins -Mirror, Mirror (2012), así como el que aunque contó con un presupuesto limitado —cerca de— este es bien usado para un elaborado diseño de producción y a la hora de recurrir a los efectos especiales, que no desmerecen en lo más mínimo cuando son exigidos. Pero ninguno de esos aspectos es suficiente para sacar Tolkien por completo de los convencionales parajes de una biopic como tantas otras, una que aunque  los fans la disfrutarán, también la sentirán un tanto ordinaria e insatisfactoria, mientras que el público en general seguro saldrá satisfecho.

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