Por Carlos Jiménez
En el asiento trasero quedó su lunch: un yogurth sabor cereza, un sándwich dentro de una bolsa de plástico y una botella con agua. A un costado una mochila repleta de libros y cuadernos forrados de plástico y con etiquetas con su nombre el cual escribió a mano: “Equihua Peralta Marco Antonio”
Así fue como la PGJDF encontró dentro de un corralón, el Jeep verde con negro de Antonio Equihua, el joven de 16 años plagiado y asesinado por la banda de Los Petriciolet. La SSP-DF tuvo encerrado el vehículo en el corralón de La Viga, poco más de dos meses. Localizó el Jeep un día después de que raptaron al menor cuando iba rumbo a su escuela. Pero nunca le avisó a la PGJDF que lo habían hallado, a pesar de que ésta ya lo había boletinado.
“Perdimos evidencias, ya no había huellas, no había testigos que nos dijeran quién lo abandonó… no pudimos hacer nada con él. Si nos hubieran avisado el mismo día en que lo encontraron hubiéramos hecho mucho más”, cuenta un agente de la Fiscalía Antisecuestros.
El auto en el que Antonio Equihua fue raptado, lo arrastró una de las grúas de la SSP alrededor de las 10:00 horas del jueves 23 de abril, según se detalla en el folio del Sistema de Infracciones 019134462. Lo levantaron pues estaba estacionado en un lugar prohibido sobre la Avenida Tláhuac, en Iztapalapa.
Ahí lo dejó un hombre la noche anterior. Ese miércoles lo abandonó después de que raptó a Antonio y se lo llevó a una casa de seguridad en la que estuvo encerrado unos 15 días antes de que lo mataran. Ese jeep verde placas 605MHU era el que Antonio Equihua usaba para ir al colegio Anglo Mexicano. El auto quedó ahí olvidado dentro del corralón. Estuvo ahí mientras los padres del menor negociaban la liberación de su hijo. También estuvo el 10 de mayo, el día en que Antonio fue hallado sin vida dentro de un auto abandonado en Tlalpan.
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