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Al menos 28 personas controlan la distribución de agua en el pueblo de San Bartolo Ameyalco, delegación Álvaro Obregón, según revelaron vecinos,
Los lugareños del barrio en el que se enfrentaron civiles contra granaderos advirtieron que comprar agua con estas personas les representa un gasto entre 800 y 1200 pesos al mes.
Señalan que éstos piperos son los que están azuzando a la gente contra las autoridades con el discurso de que la obra hidráulica que se lleva en la comunidad los afectará pues les robarán el agua del manantial que brota en la zona conocida como Cedro y que les ha proveído el vital líquido desde hace décadas.
Señalan principalmente a Silvia Soumaya, y su esposo José Luis Velázquez, de oponerse al proyecto.
“Quién es ella para oponerse a darnos el agua, Silvia Soumaya y su esposo siempre están incitando a levantarse en contra del proyecto”, aseguró Martha Horcasitas.
Los vecinos explicaron que entre los distribuidores de agua están principalmente, integrantes de las familias
Soumaya, Santillán, Nava, Castillo, Gutiérrez y Perea. Dieron los siguientes nombres: Víctor Saldívar Nava, Mario Antonio Somaya, Alfredo Soumaya, Javier García, Arturo Chirgo, Aarón Gutiérrez, Arturo Gutiérrez, Salvador Castillo, Arturo Castillo, José Flores Lira, Susana Alasaraña, francisco Perea Morales, Alfredo Perea López y Emilio Perea Flores.
En entrevista con La Razón, Perea Flores se deslindó de las acusaciones.
Dijo que la construcción de la obra hidráulica no afectará su actividad, pues su agenda de clientes no son los habitantes de San Bartolo Ameyalco, sino restaurantes y empresas de la zona.
Además explicó que el agua que él obtiene la compra directamente al gobierno del Distrito Federal y como prueba mostró facturas de las transacciones.
“Yo no sé los demás, pero a mí este proyecto no me afecta, es más, yo lo apoyo porque tengo una propiedad donde no hay agua, yo mismo la tengo que acarrear, es una obra que sí nos va a beneficiar a todos”, aseguró.
El problema del agua en San Bartolo es grave y está focalizado en la parte alta del poblado donde está la gente más humilde, según lugareños. “A veces preferimos no bañarnos para no gastar agua. Aprovechamos el agua de la lluvia. La justamos y la colamos para utilizarla en la limpieza de la casa”, advirtió Karla Pérez.
“No sé cómo no nos ha dado una infección porque luego ni agua para el baño tenemos”, aseguró Lourdes Evangelista.
Para ellos, este problema no es nuevo.