Lanzan SOS para que se les considere esenciales

Restauranteros claman que les dejen abrir tras quiebra de 13,500 negocios

Canirac: 122 mil unidades no resistirán más allá del domingo; teme aperturas a la mala, protestas y amparos si no los oyen; ahogan a famosos restaurantes impagos de rentas y descapitalización; cadenas de suministros, impactadas

Un mesero sirve una orden en un restaurante del Centro Histórico, en mayo pasado.
Un mesero sirve una orden en un restaurante del Centro Histórico, en mayo pasado.Foto: Cuartoscuro
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Con la extensión de restricciones del semáforo epidemiológico rojo bajo las que se encuentran CDMX y su Zona Metropolitana, el sector restaurantero, ya agotado, puede apelar a movilizaciones, incluso desafiar los cierres, en medio de la desesperación por las pérdidas económicas derivadas de la contingencia.

“Nos vamos a ver desbordados por nuestros afiliados, agremiados, simpatizantes… se harán iniciativas, manifestaciones espontáneas, la gente hará actos imprevisibles”, advirtió para La Razón Francisco Fernández Alonso, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos (Canirac), quien señaló que muchos restauranteros pueden incluso arriesgarse a la clausura por abrir en semáforo rojo, al verse sin opciones para sobrevivir.

Ésta es la primera vez que el gremio habla de recurrir a este tipo de acciones en medio de la pandemia, cuando desde el inicio de la contingencia sanitaria apela a la concertación y se ha esforzado por cumplir con los estándares preventivos, para proteger a sus comensales y evitar cierres totales.

El representante de Canirac avizoró que “los cierres provocarán la judicialización de la crisis económica” para restauranteros, con conflictos legales por impago de renta o “temas laborales y mercantiles”.

Si bien reconoció la sensibilidad y esfuerzos por parte de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, para dialogar con los afectados, apuntó que no ha habido avances en hacer que se cumplan sus demandas, en particular la de crear un marco jurídico para compensar las pérdidas de los cierres, que haya beneficios fiscales y que se garanticen prórrogas en cuestión tributaria y para solventar rentas.

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La industria restaurantera de la CDMX y el Edomex lanzó ayer un crudo llamado de auxilio a las autoridades de ambas entidades para que se les permita laborar, en un esfuerzo por evitar caer en la misma suerte que los 13 mil 500 negocios que ya tuvieron que cerrar por la falta de solvencia.

En sus argumentos, resaltan que la industria restaurantera es fundamental para reactivar la economía de México.

De acuerdo con el Inegi, la preparación de alimentos ocupa el lugar nueve de las 10 ramas con mayor valor agregado en el país. Además, señala Canirac, genera una amplia cadena de producción que va del campo hasta la mesa de nuestros clientes.

Nos vamos a ver desbordados por nuestros afiliados, agremiados, simpatizantes… se harán iniciativas, manifestaciones espontáneas, la gente hará actos imprevisibles

Francisco Fernández Alonso, Presidente de Canirac

“Antes de la crisis de salud, esta industria compraba 100 mil millones de pesos de insumos a empresas y productores nacionales, más del 50 por ciento relacionado a insumos agrícolas, por eso el llamado a las autoridades a que consideren a la industria restaurantera como una actividad esencial”, remarca la organización en un comunicado dirigido al Gobierno.

En 21 años de trabajo, Federico Rigoletti, un restaurantero que representa a cuatro marcas, calcula que las unidades económicas que controla podrían sufrir una contracción de 50 por ciento, la mayoría en CDMX.

Aunque haya negociaciones y sensibilidad por parte de otros agentes que participan en la economía de los restaurantes, como los arrendadores, su solidaridad no será suficiente para abatir los daños que tienen que ver con el pago de impuestos, servicios y, desde luego, la fuerza laboral.

“Estábamos creciendo con una plantilla de 33 unidades (nivel nacional), reducimos a 23 y nos mantenemos en modo sobrevivencia. Aunque por fin nos dejaron abrir con limitaciones, ahorita con el segundo cierre (operamos) a 60 por ciento y ahora nos iremos a la mitad, el oxígeno se nos acabará muy rápido”, declaró en entrevista.

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HAY APOYO, PERO YA NO ALCANZA

 Rigoletti comentó a este medio que en la búsqueda de reanimar a los empleados que resisten en sus sucursales, se recurrió al registro de soportes ofrecidos por el Gobierno de la CDMX, que consisten en una entrega única de 2 mil 200 pesos; sin embargo, al intentar ingresar a la página, ésta se encuentra saturada constantemente.

Y es que, consideró, en el Valle de México hace falta entender mejor los efectos de la contingencia, porque hay casi nulas restricciones para los informales.

Muchas personas en la ciudad viven al día, no se pueden dar el lujo de quedarse en casa y tienen muy pocas restricciones; ahí están los picos de contagio, no en la industria formal

Federico Rigoletti, Restaurantero

Las restricciones actuales, opinó, lo único que lograrán será una explosión de la informalidad, porque incluso habrá empleados de los mismos establecimientos cerrados que recurrirán a los puestos irregulares para subsistir.

“Me atrevo a decir que 60 por ciento de las personas en el país y en la ciudad vive al día, no se pueden dar el lujo de quedarse en casa y tienen muy pocas restricciones y ahí están los picos de contagios”, declaró.

Rigoletti comparó lo que ocurre en CDMX con España, donde los restaurantes funcionan con medidas sanitarias, porque se entendió que no eran focos de contagio.

“NO HAY PARA MÁS”

En espera de una llamada para tomar la orden, preparar y enviar un pedido, 13 empleados acuden a laborar todos los días de 11 de a cinco de la tarde en un famoso restaurante de mariscos sobre la avenida Insurgentes.

El 18 de diciembre del año pasado fueron notificados de que hasta ese día estaba permitida la atención en 32 de las 135 mesas asignadas para garantizar la sana distancia; sin embargo, posteriormente, y de manera gradual “nos dieron las gracias” porque ya eran demasiados para tan poco consumo.

Debieron cerrar La Merced, Tepito o las calles del Centro Histórico; aquí no, porque además de los cuidados que tenemos todos, no hay clientes como antes de que nos pegara el virus

Daniel, Empleado de un restaurante

En un día de la nueva normalidad, la plantilla de los 13 trabajadores, entre ellos seis cocineros, prepara cerca de 22 pedidos, todos para despacho de las aplicaciones de alimentos, por lo que ya ninguno puede aspirar a su extra de propinas.

Desde los primeros días de la pandemia, la familia Angulo, dueña del restaurante, hizo un fuerte desembolso para proveer a su negocio de sanitizantes, tapetes, gel, servilletas en bolsas de celofán y un menú que pueda consultarse a través de un código QR o en formato desechable, para los que se complican con la tecnología.

Ese viernes 18 de diciembre, mientras Daniel tomó la orden a una familia proveniente de Hidalgo, pensó que tal vez éste sería su último día de trabajo, pues es posible que el cierre de restaurantes se extienda hasta febrero, por disposición oficial.

“Y es que debieron cerrar La Merced o Tepito o las calles del Centro Histórico, pero aquí no, porque nosotros sí tenemos muchos cuidados y a pesar de eso no hay clientes como antes de que nos pegara este virus”, comentó a La Razón.

Enrique, otro mesero que esperaba el reporte oficial para saber si un cambio de semáforo le permitiría recibir a comensales en próximos días, ya está pensando en buscar otro empleo; este trabajador reconoció que sus jefes han pagado con puntualidad, incluso aguinaldos al 100 por ciento que le sirvió para celebrar con su familia la Navidad, Año Nuevo y Día de Reyes, “pero el dinero ya se acabó, no hay para más”.

Con información de José Gerardo Mejía