A 41 días de las elecciones intermedias

A 41 días de las elecciones intermedias
Por:
  • valeria_lopez_vela

Cuando usted revise esta columna, estimado lector, solamente faltarán 48 días naturales para las elecciones intermedias en Estados Unidos en las que, de acuerdo con todas las encuestas, el Partido Demócrata recuperará la mayoría en la Cámara de Representantes.

Los datos de las encuestas de Slate, Politico y The Economist muestran una reordenación del poder de la Cámara baja, en la que el Partido Demócrata recuperará la mayoría. Así, las discusiones parlamentarias verían un giro de tuerca; Trump, si logra mantenerse como Presidente, tendría que aprender a gobernar con la oposición. Este escenario sería incómodo para el Presidente y refrescante para los demócratas, quienes han aprendido a ser resistencia más que contrapeso.

Más allá de los deseables ajustes en el poder, este posible reacomodo está lleno de significados. El primero, y posiblemente más importante, es la distancia entre el electorado y las delirantes políticas trumpianas. Si bien es cierto que las elecciones intermedias se resuelven en los ámbitos locales, también lo es que el peso de la política federal es determinante para el elector promedio. Así, los candidatos locales deben mostrar sus fortalezas y talentos pero, también, maquillar los desasosiegos que la Casa Blanca; por ello, veremos malabares retóricos que buscarán justificar la insensateces del actual habitante de la Casa Blanca.

Hay dos grupos que tendrían que pensar cuidadosamente su voto: las mujeres y los migrantes, quienes ya tienen papeles, pues son los que han sido más lastimados por las declaraciones e intentos de políticas fascistas de la Casa Blanca.

En mi opinión, el voto de las mujeres debería ser especialmente reflexivo. ¿Por qué? Pues porque Donald Trump se ha encargado de condicionar y cuestionar los derechos de las mujeres. Ha respaldado y encubierto a acosadores y a hombres violentos, como él. Se ha burlado de las mujeres e insiste en replicar las prácticas más detestables del patriarcado, blanco, rico norteamericano. En ese sentido, las votantes norteamericanas tendrán que preguntarse ¿votaría por su depredador? Yo, no.

La segunda generación de migrantes también tendría que ser muy cuidadosa con su voto, pues los crímenes de odio y los ataques xenófobos se han vuelto el pan de cada día. También, la ofensiva construcción del muro fronterizo que inició el sábado pasado en El Paso y que busca dividir lo que naturalmente está unido. Le guste o no a Donald Trump, la historia de Estados Unidos y la de México se escriben con la misma tinta; el muro no es más que un capricho de un constructor mal empoderado que es ciego y sordo al espíritu que durante años ha mantenido a la relación bilateral.

Con este escenario, sigamos con atención la contienda, confiemos en las encuestas, vigilemos la no-interferencia ideológica y esperemos que en noviembre lleguen mejores días para todos.