Aleppo, crónica de una masacre anunciada

en Ammán

El veto ruso-chino en contra del proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU el pasado lunes, prevé una tregua de una semana en Aleppo para permitir la entrada de ayuda humanitaria y salvar la vida de más de cien mil ciudadanos que están en la parte este, contrario a Estados Unidos y Europa.

Este proyecto fue preparado por España, Nueva Zelanda y Egipto. Según un responsable egipcio, “algunos países ejercieron una intensa presión para exponer la resolución a votación antes de la finalización de las discusiones al respecto, por esto no fue aprobada”.

Los rusos y los chinos atribuyeron su veto a que la resolución no hace referencia a la retirada de los combatientes del grupo Frente Al Nusra y sus aliados, de la parte este de Aleppo. La realidad es otra: La alianza siria-rusa que, a consecuencia de sus éxitos en el campo de batalla, logró controlar más del 70 por ciento del este de Aleppo, definitivamente no quiere arriesgarse con una tregua que dé respiro a sus opositores que podrían aprovechar esta oportunidad para conseguir armas, municiones, reposicionar sus fuerzas y repeler el ataque terrestre de parte de las tropas oficiales y romper el sitio, como ocurrió en otras ciudades.

Para los rusos y el régimen de Damasco es esencial la retirada de los opositores armados de la ciudad. Además Moscú y Damasco quieren reconquistar la ciudad por completo antes del traslado del nuevo presidente norteamericano Donald Trump a la Casa Blanca, el 20 de enero. Por su parte, los opositores armados se negaron a la propuesta del régimen y de los rusos de abandonar sus puestos y marcharse y tomaron la decisión de aplicar la Guerra de Guerrilla por las calles y los barrios de la ciudad hasta el final.

El veto chino es una clara declaración de que son parte influyente en la alianza siria-rusa-iraní que cada vez es más solida, al contrario de la alianza que apoyaba a la oposición formada por Turquía, algunos Países Árabes, Estados Unidos y Europa, que se desintegró. Cada uno de estos países tiene sus prioridades. Turquía tiene sus problemas internos a consecuencia del fracasado golpe de Estado, el conflicto turco-kurdo y los desacuerdos políticos con Europa sobre la democracia y su incorporación a la comunidad europea. Y los países de la península arábica estuvieron muy entretenidos en la preparación de la Cumbre del Consejo de Cooperación de los Países del Golfo, para estudiar las condiciones en que viven a consecuencia de la guerra del Yemen (que luego de 20 meses de la “Tormenta de la Firmeza” liderada por el Reino Saudita aún no termina), la bajada del precio del petróleo y la política que deberían tomar cuando Trump sea el presidente en función de Estados Unidos…

Aleppo sabe que le esperan días sangrientos cuando la oposición armada y los civiles que tampoco aceptaron abandonar su ciudad sean masacrados sin ningún tipo de consideración.

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