Circunstancias, análisis, percepciones

Circunstancias, análisis, percepciones
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Cómo sortear la temporada que antecede al fin de año y sobrevivirla, suele ser para algunos de nosotros una interrogante. Por un lado, están presentes los lazos filiales y la amistad, que deben ser honrados con el mejor de los ánimos y, por otro, de manera irremediable, el recordatorio acerca de lo que podemos esperar, en todos sentidos, en la docena de meses encabezados por el nuevo enero. Todo ello sin dejar de considerar lo que se nos quedó pendiente a pesar de habernos hecho en un momento el propósito de hacerlo realidad.

Con sus más y con sus menos, en los tiempos recientes los pasos de un año a otro se han resuelto sin la presencia de elementos que hicieran pensar en la tentación de pedir un imposible paréntesis temporal para aplazar el enfrentamiento con una compleja realidad situada al otro lado de esa puerta que se abre inexorablemente al descolgar un calendario y sustituirlo por el que tendrá vigencia los siguientes 365 días.

Los análisis políticos, sociales y económicos de esa realidad, hechos por quienes poseen el instrumental teórico y/o la experiencia para prever posibles escenarios, a partir de la conjunción y entrelazamiento de datos, pueblan desde hace muchas semanas las páginas de los medios informativos impresos nacionales y, también, han estado en el centro de los contenidos de numerosas mesas de debate proyectadas por la televisión, así como de las revistas de reflexión más destacadas. Como resultante tenemos una visión de los ingredientes que conforman nuestras actuales circunstancias internas y las que provienen del exterior.

Aunque poco hay que añadir, baste mencionar sumariamente las principales de esas circunstancias, a las que no hay más remedio que aceptar como realidades. Entre las propias se alinean inseguridad y violencia, corrupción, debilidades financieras, ingobernabilidades regionales y potencial de fisuras en el orden político, sin olvidar el severo rezago educativo. En las externas predomina la llegada de un nuevo gobierno al norte de México, el cual nos ha anticipado su hostilidad, a lo que se ha respondido oficialmente con algunas ideas sueltas y con los más variados y encendidos epítetos desde el público.

Con esos elementos, las reflexiones de los analistas han desembocado en una identificación preliminar de los alcances y la profundidad de los impactos de la más diversa índole que experimentará nuestra vida cotidiana en este naciente año. Ese resultado no proyecta sino la sombra del desaliento.

Pero al lado o quizá por encima de ese conocimiento, más o menos erudito, hay un hecho que no tuvo el registro de una encuesta formal o su equivalente, pues se trató de la manifestación de la percepción compartida por más de siete millones de mexicanos, quienes sin más argumentos que la contundente expresión de su presencia acudieron el pasado 12 de diciembre a la Basílica de Guadalupe en busca de un manto protector.

alcazaravila@gmail.com