¡Cuidado!, con la banca no se metan

¡Cuidado!, con la banca no se metan
Por:
  • larazon

Emilio Sánchez Santiago

En memoria de mi amigo y banquero, Jack Clark, del Citibank de Walter Wriston.

Hasta ahora, todo lo que ha hecho el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, ha sido considerado como positivo por una amplia capa de la sociedad mexicana, interpretada a través de encuestas, comentarios, artículos y reportajes.

Hay sin embargo un área en la que surge cierta aprehensión, al menos en este articulista. Esa área se refiere a diversos comentarios hechos por diversos funcionarios de la administración de Peña Nieto, encargados de supervisar y vigilar al sistema bancario y financiero del país.

Los comentarios de referencia hablan de una aparente falla del sistema bancario, para otorgar crédito a todas las personas físicas y/o morales, que presuntamente lo merecen. Como prueba de esa falla, dichos funcionarios mencionan el cociente “crédito bancario al sector privado/Producto Interno Bruto”. Este cociente, argumentan los oficialistas, es menor que el mismo indicador para otros países tales como Brasil, Argentina, Colombia, Chile, etcétera.

Con base en este superficial análisis, los comentaristas apuntan a la aparente necesidad de modificar el funcionamiento de nuestro sistema bancario, posiblemente “invitándolo” a flexibilizar sus reglas para otorgar crédito.

Simultáneamente, se presume que esta nueva política pondría más presión sobre la “banca de desarrollo”, es decir, la banca que es propiedad del gobierno federal, para que preste con mayor flexibilidad a deudores presuntamente preseleccionados por el gobierno.

Para rematar esta política, es de suponer que la tercera “columna” de esta nueva política sería alentar las actividades de las Sofoles mediante líneas de descuento con la banca de desarrollo, y utilizarlas como “bocas” de crédito al “sector popular”.

¡Cuidado con tocar la banca, me atrevería a decir desde esta tribuna! Ya hemos pasado por esas etapas y ya hemos sufrido las dolorosas y costosas consecuencias del populismo financiero. No una, sino varias veces en los últimos 30 años.

Debemos aprender algo de la terrible experiencia por la que está pasando todavía la banca estadounidense, después de haber relajado sus estándares para otorgar crédito a deudores de dudosa capacidad de pago. Basta ver la pérdida de valor que han sufrido bancos como Citibank en los últimos cinco años. Bajar los estándares de otorgamiento de crédito conduce a pérdidas, tarde o temprano.

El caso de las Sofoles requeriría otro artículo, pero lo que sí se puede decir, es que con contadas y muy honrosas excepciones, han jugado un papel patético en nuestro sistema financiero. Sería muy desafortunado para el gobierno del Lic. Peña Nieto, poner sus esperanzas en esta “figura jurídica” de nuestro sistema. Más bien, lo que hay que hacer es reflexionar sobre la conveniencia de reducir considerablemente el número de estas empresas y elevar los requerimientos de capital y liquidez.

Por último aconsejaría respetar y en todo caso fortalecer la autonomía de la banca de desarrollo, en vez de violarla, forzando a esa banca a embarcarse en pésimos negocios, cuyo señuelo es un supuesto beneficio social. Ya hemos visto en el pasado la quiebra financiera de estos bancos, y hemos pagado los altísimos costos de estos sueños imperiales de los Barones en turno.

emsanchez@prodigy.net.mx