Delegación Cuauhtémoc: la rapiña política

Delegación Cuauhtémoc: la rapiña política
Por:
  • larazon

Dunia Ludlow

A lo largo de estas cuatro semanas que he recorrido diversas colonias y calles del Distrito XII de la Delegación Cuauhtémoc, de esta Ciudad de México, invariablemente he escuchado reclamos y observado condiciones de marginación y abandono en rostros cansados e incrédulos.

La corrupción lo permea todo, produce que la gente no crea más en las autoridades ni en la política. He notado, además, una desilución por la imposibilidad de cambiar las cosas y de imaginar otra forma de vida o convivencia social.

La mafia que prevalece en la Delegación Cuauhtémoc se ha hecho tan común, que los vecinos se han acostumbrado a que los adolescentes jueguen futbol en la calle o en los parques, a pesar de que, en plena luz de día y que otras personas transitan por ahí, hay individuos que se están drogando o vendiendo enervantes; eso, desgraciadamente, es parte del mundo de los jóvenes en muchas colonias de la demarcación, sin que las autoridades hagan algo.

Pero si el panorama es desalentador para este sector de la población, el resto de los grupos sociales no están en mejores condiciones. En el Centro Histórico, por ejemplo, los comerciantes son tratados prácticamente como delincuentes, en tanto que los narcomenudistas gozan de total inmunidad.

Otro de los aspectos que se han vuelto una problemática de todos los días, son los operativos contra las refaccionarias de la Colonia Buenos Aires, cuyo fin no es la incautación y el combate a la venta de piezas robadas, sino la extorsión.

Además, cada vez es más frecuente el uso de armas de alto calibre y formas de violencia más crueles en colonias como la Doctores y Obrera; la falta de infraestructura y alumbrado generan miedo y vulnerabilidad. De hecho, en algunas de ellas no hace mucho tiempo se colocaron luminarias que a los dos días dejaron de funcionar, como en la Paulino Navarro.

No puedo dejar de mencionar el crecimiento desmedido del comercio irregular, un asunto muy grave que ha provocado que los vecinos se sientan invadidos y hayan sido víctimas de un sinnúmero de delitos, como es el caso de las colonias Cuauhtémoc y Algarín, que eran de las más tranquilas de la Delegación.

En otras como la Juárez se ha llevado a cabo la construcción desmedida de condominios, lo que ha ocasionado el derrumbe de edificios históricos, afectando con ello el legado arquitectónico de nuestra ciudad; caso similar de lo que ocurre en la San Rafael; en donde debido a este fenómeno, actualmente no es posible recuperar la identidad y rasgos culturales que tuvo hace algunas décadas.

En otras colonias como La Esperanza, de la cual sólo queda el nombre, existen áreas invadidas por la drogadicción e inseguridad, aspectos que, paradógicamente, ya forman parte del panorama cotidiano, sin que exista voluntad y propuestas que reviertan esta situación.

Ahora bien, lo indignante de todo esto no es sólo que se intente negar la presencia de bandas criminales en la zona, sino que el despojo, el fraude, el robo, la estafa y la violencia se conviertan en un negocio de las autoridades y los grupos políticos que gobiernan en la delegación.

Sí, el gobierno delegacional actúa como una mafia que tiene controlado cada grupo social, área, colonia, calle y persona para obtener dinero y enriquecer a sus empleados, priorizando desde luego a los de más alto nivel.

En todas las colonias de la delegación, la mayoría de personas, no obstante su edad y situación económica, acusan a las autoridades de corrupción, incompetencia y fraudes.

Sin embargo, a pesar del desastre que ha generado el llamado “Gobierno de Resultados”, los perredistas insisten en mantener las cosas como están; ahora resulta que su candidato para la Delegación Cuauhtémoc busca combatir la corrupción e impunidad (según su plataforma política), mientras su esposa tuvo que renunciar a su cargo como Directora de Desarrollo Social por haber sido descubierta abusando de los programas sociales.

Los grupos perredistas no piensan dejar el poder porque lo ven como una fuente de enriquecimiento y control de personas y grupos. Quieren heredarse los mismos puestos para detener cualquier intento de auditoría o indagatoria, que pueda demostrar el sistema de corrupción que construyeron.

Tan seguros están de sus actos y conducta mafiosa, que buscan de forma desesperada ganar las elecciones a través del ofrecimiento de iniciativas caducas, desgastadas y, lo de siempre, la utilización de políticas clientelares para obtener apoyo electoral.

Frente a situaciones tan desquiciantes como éstas, las preguntas siguen siendo: ¿Cómo puede el gobierno convertirse en el peor enemigo de la sociedad? ¿Cómo pueden las autoridades engendrar un terrible pesimismo social y una falta de esperanza?

No cabe duda que la única salida que tenemos es el voto, pues ésta es el arma más poderosa para cambiar la situación en la Delegación Cuauhtémoc.

No podemos permitir que se nos vuelva a utilizar, y tampoco que este sistema mafioso sea el que siga gobernando nuestra delegación.

Debemos construir nuevas opciones que tengan como principal misión la mejora de las condiciones de vida individual y social; que sea una opción de gobierno que realmente atienda los problemas de inseguridad, que rescate a las comunidades y a las personas.

Ésa es la mejor respuesta frente a los malos gobiernos. Frente a la desesperanza y el pesimismo, nosotros decimos: ¡Cambiemos juntos creando comunidad!

*Secretaria

General del

Instituto de Capacitación y Desarrollo Político, A.C. del Partido Revolucionario Institucional.