El movimiento Teach-in: ¿Inspiración posible?

El movimiento Teach-in: ¿Inspiración posible?
Por:
  • larazon

Blanca Heredia

En el año 1965, tras el escalamiento de la intervención militar del gobierno del presidente Johnson en Vietnam, un grupo de profesores de la Universidad de Michigan encabezados por el antropólogo Marshall Sahlins, toma la decisión de protestar frente al hecho no suspendiendo clases, que era la idea original, sino dando clases adicionales… en la noche, más allá del horario exigido. La fórmula se difundió rápidamente a otras universidades en los Estados Unidos, dando lugar al surgimiento del movimiento Teach-in.

En el contexto que hoy vive el país, vale la pena recordar a este movimiento, más allá de todas las obvias diferencias entre la situación que le dio origen y la nuestra, por, al menos, dos razones. La primera es que puede resultar útil para inspirarnos a imaginar nuevos formatos y vías de exigencia, activación y protesta ciudadana que pudiesen contribuir a abrir el abanico de posibilidades frente a un conflicto cada vez más polarizado. La segunda es que ese movimiento nos recuerda que, al menos para un parte de la planta docente del país, enseñar más, puede ser también una forma de oponerse a un status quo inaceptable que condena a los más necesitan educación a no tenerla.

Como narraba en su columna del día de ayer en el Excélsior, Leo Zuckermann, al finalizar el programa de radio del miércoles de esta semana conducido por él y en el que participábamos Javier Aparicio y yo, llegó al programa un tweet que nos preguntaba si los profesores del CIDE estaríamos dispuestos a ir a darles clase a los niños de Oaxaca. Los tres respondimos que sí estaríamos dispuestos.

Surgió así la idea de explorar la posibilidad de convocar a profesores universitarios y profesionales interesados a aportar alguna parte de nuestro tiempo a darles clases a los niños de Oaxaca. La idea no consiste en sustituir a sus maestros, muchos de los cuales se encuentran actualmente en la ciudad de México protestando en contra de la reforma educativa en general y, en particular, de la iniciativa de Ley del Servicio Profesional Docente. La propuesta es, más bien, abrir opciones de participación para que a todos aquellos que podamos contribuir en alguna medida a llenar los horarios escolares vacíos de esos niños, así como a generar la ocasión para poder conocer de primera mano las condiciones en las que dan clases los maestros oaxaqueños.

Una iniciativa de este tipo tendría un valor fundamentalmente simbólico. Sería una forma de decir que a muchos nos importa, más allá de las palabras, aportar algo a favor de la educación de los más abandonados y conocer más sobre las razones que mueven a sus maestros a oponerse a la reforma.

Lo que más urge, sin embargo, más allá de esta propuesta concreta, es imaginar nuevas formas para impulsar el involucramiento activo de muchos más en un asunto que nos compete a todos y evitar, así, que la no-acción de tantos siga contribuyendo a que los formatos de participación social con capacidad para impactar la realidad se vayan estrechando y reduciendo cada día más a aquellas con mayor potencial para intensificar el conflicto y atizar la violencia. Para algunos de nosotros aportar clases a los niños oaxaqueños puede ser la vía. Pero seguro hay otras, urge imaginarlas o inventarlas.

bherediar@yahoo.com