Empresas petroleras mixtas
Emilio Sánchez Santiago
Inversionistas nacionales y extranjeros esperan con gran interés que el gobierno de Enrique Peña Nieto presente su propuesta de reforma petrolera, y alimentan la ilusión de encontrar en ella cambios significativos, que permitan la entrada de capital privado a la cadena de producción petrolera, desde “aguas arriba” hasta “aguas abajo”, es decir, desde la exploración hasta la comercialización de los productos petroquímicos.
Grupos mexicanos de “izquierda” se aprestan a oponerse dogmáticamente a la apertura del sector petrolero, anclándose en su interpretación del legado histórico de Lázaro Cárdenas. Estas voces, que supuestamente prefieren al socialismo como sistema económico, se alzan estridentes contra los así llamados “contratos de riesgo”, mediante los cuales empresas privadas compartirían con Pemex riesgos y beneficios de la exploración y explotación de petróleo y gas.
No deja de ser irónico que Venezuela, país con las mayores reservas petroleras del mundo, y cuyo gobierno ha declarado públicamente su intención de llevar a Venezuela hacia el Socialismo del Siglo XXI, sí permita que su gran empresa nacional, Petróleos de Venezuela (PDVSA), se asocie con las más grandes empresas petroleras del mundo. Esta asociación ha tomado allá la modalidad de “empresas mixtas”, es decir, empresas cuyas acciones son mayoritariamente de PDVSA. La Tabla I adjunta presenta una lista de algunas de las empresas mixtas.
Como se puede ver, la Venezuela de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro, no ha tenido empacho en asociarse con firmas del porte y calado de ExxonMobile, Shell, British Petroleum, Total, Gazprom, y otros. En otras palabras, la construcción del Socialismo del Siglo XXI, aparentemente no está peleada con la participación de capital privado (incluso de capital norteamericano, presumiblemente “imperialista”) en la exploración en aguas profundas y en la Faja del Orinoco.
Petróleos Mexicanos tiene un enorme reto por delante. La demanda de productos derivados del petróleo que se espera en los próximos 12 años, obliga a la empresa a invertir cifras estratosféricas, y a adquirir tecnologías sumamente complejas con niveles de riesgo ambiental extraordinariamente alto. Por si eso no fuera suficiente, la condición financiera actual de la empresa no es la mejor. La tabla II presenta la posición mundial de Pemex en comparación con las grandes empresas mundiales.
Ojalá que las mejores mentes de la izquierda mexicana actúen con altura de miras y con una visión de largo plazo. El tema petrolero no debe confinarse a una arena electoral más. Nuestro país requiere de un desarrollo petrolero mucho más rápido y efectivo de lo que Pemex puede hacer solo. El modelo venezolano de “empresas mixtas” puede ofrecer una variante aceptable frente a los contratos de riesgo. No hay que desecharlo, sino entenderlo.
emsanchez@prodigy.net.mx
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