Estamos mejor, pero…

Descontento social sin mayores fundamentos que el cortoplacismo está minando el establishment mundial, incluido México, pese a que la actual es la época en la que los humanos gozamos de mayores índices de desarrollo, pero que no parecen tener peso en la percepción y el ánimo de los ciudadanos a la hora de evaluar nuestras condiciones como sociedad y como países.

Un reportaje del diario español El País, titulado “El mejor de los mundos”, indica que “la humanidad está en la mejor situación de su historia y, sin embargo, la mayoría cree que el mundo empeora. Los políticos populistas están aprovechando esta percepción ignorando que estamos mejorando en todos los parámetros”.

Una simple búsqueda de los indicadores que consideró el rotativo español para su reportaje arroja que en México también estamos en niveles mucho mejores que hace 50 años: en 1970 el analfabetismo era de 25.8 por ciento y ahora es de 5.5 por ciento, según el Inegi; y la tasa de mortandad infantil era de 108.6 por cada mil y ahora es de 13.2, según el Banco Mundial.

También la esperanza de vida creció: de 33 a 72 años para hombres y de 34 a 77 para mujeres; el PIB per cápita se elevó de 700 dólares en 1970 a más de nueve mil, y el número de personas ricas en México aumentó en 35 por ciento en los últimos cinco años: tenemos ahora 145 mil millonarios y dos mil 540 multimillonarios.

Sin embargo, la aprobación de nuestros gobiernos va en picada desde 1992: Carlos Salinas de Gortari tuvo 78 por ciento de aprobación, Ernesto Zedillo 64, Vicente Fox 55, Felipe Calderón 54 y Enrique Peña tiene ahora apenas 29, de acuerdo a una consulta de Mitofsky, de Roy Campos, de noviembre pasado.

Una contradicción evidente entre el bienestar que vive la población y la percepción que se tiene de ello, como si la salud, la educación y los ingresos fueran cosas ajenas a la tarea de los gobernantes. Descontento cultivado y aprovechado por los agoreros antisistema que repiten hasta el cansancio, como el propagandista de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels, una mentira (que todo está mal) para convertirla en verdad.

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Lucro político y electorero están realizando los “puros” de Morena. La diputada federal de ese partido, Ariadna González, reparte cobijas en Coyoacán a cambio de que le entreguen copias de credenciales de elector y comprobantes de domicilio, lo cual ameritaría ser ya investigado por las autoridades electorales.

Yared de la Rosa, reportera de La Razón, documentó el pasado sábado en estas páginas cómo colaboradores de la legisladora condicionaron el 17 de diciembre de 2016 la entrega de esos artículos en la calle Acatempa, colonia Pedregal de Santo Domingo.

Una variante del “frijol con gorgojo” que AMLO dice repudiar, pero que sus operadores ejecutan con lujo de cinismo e impunidad.

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Escasa participación de inconformes con la liberación del precio de las gasolinas se registró ayer: apenas unas 300 personas acudieron a la marcha del Ángel de la Independencia al Zócalo en protesta por la medida.

La convocatoria surgió en redes sociales y, si no hubiera sido en 1 de enero, se podría decir que el enojo está quedando en las redes sociales y no está permeando entre el ciudadano de a pie que ni automóvil tiene.

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